Por Carlos F. Imendia
Hace un par de años, organismos de derechos humanos denunciaban el grave hacinamiento carcelario en El Salvador, cadenas noticiosas de Estados Unidos y otros países hacían reportajes de la terrible situación que las comparaban con cárceles africanas, en las cuales ya no cabe ni un alfiler.
Eran tiempos de gestión del FMLN, y en un flashback recordamos al ex vice presidente Oscar Ortiz anunciando la pronta construcción de la tercera fase del centro penal de Izalco en el occidente del país que también era una joya de gestión, además la implementación de más granjas penales y el lanzamiento del programa: Yo Cambio ( Con reos en fase de confianza) también se sumaban a las voces de denuncia de la crisis carcelaria en nuestro país, algunas instituciones académicas y congregaciones religiosas; Organizaciones, sociedad civil, Etc. Las que advertían de que la situación era una bomba de tiempo, ya que el sistema no podía más.
En materia de derechos humanos, en ese entonces cuando el FMLN gobernaba, el sistema carcelario era uno de los peores del mundo, donde los presos dormían unos encima de otros, en un sistema de castas carcelarias, en la cima de la pirámide estaban gozando de los privilegios los líderes de las agrupaciones terroristas. En esas celdas mal olientes en las que emergían caras manchadas de tatuajes desde las tinieblas grises, que al enfocarlos realizaban todo tipo de extrañas señas y vociferaciones, improperios desde el terror de celdas sin oxígeno, en la que muchos dormían de pie y caminando encima de orines y excretas.
La bomba de tiempo era fácil de predecir, motines, rencillas entre pandillas rivales, cortocircuitos, epidemias, etc. Sin embargo nunca sucedió totalmente, parcialmente quizás. Culminaron las gestiones efemelenistas en las que quedaron al descubierto movidas corruptas, y un viciado sistema carcelario dominado por privilegios en las que el Estado pareciera estar sumiso a los delincuentes y sus antojos.
El gobierno de Bukele, como bateadores emergentes en 2019 de la dura crisis de inseguridad no la tenían fácil, o se seguía imponiendo el viejo sistema de privilegios o se daba un giro de 360 grados aunque consigo se trajeran duras críticas. Lo demás es historia, y algo que todos sabemos, a un año de la implementación del régimen de excepción, el cambio es notable y la gente considera que sí lo es en materia de seguridad. A pocos meses de la inauguración del CECOT en Tecoluca y su impresionante presentación a los medios de comunicación, surgen varias preguntas y análisis versus las duras críticas: ¿esta mega cárcel no es una respuesta positiva y oportuna al grave problema de hacinamiento carcelario que perturbaba continuamente a organismos de derechos humanos? Muchos lo pueden ver como parte del efecto pre electoral del partido oficial de gobierno, pero: ¿No es una respuesta casi en tiempo record? ¿A caso la mega cárcel no vendría a mejorar las condiciones carcelarias del Sistema en el país? Hay que hacer números para despejar las dudas.