Como decía la canción de Pedro Navaja: la vida te da sorpresas. Y me ha sorprendido la vida en los últimos días al mostrarme cómo una persona cercana a la cúpula del FMLN aplaudía los argumentos de un simpatizante de Arena ¿Qué ha posibilitado tan extraña hermandad?
El puente que une a esos presuntos adversarios ideológicos es el rechazo, el odio político, a Nayib Bukele. Nayib, en este momento, une a la derecha y a eso que antaño fue la izquierda.
La vida, en el mismo trance, vuelve a sorprenderme. Jamás pensé que yo mismo aplaudiría las palabras de un Ministro de Defensa. Este presente, amigos y amigas, es un baile hasta cierto punto desconcertante.
La maquiavélica derecha para lograr su objetivo (excluir a Nuevas Ideas del proceso electoral) ya no necesita al ejército, ni amenazar con la muerte al adversario, ni llenar las urnas con papeletas falsas, le basta con recurrir a sus abogados y a esos jueces dóciles como la plastilina.
La derecha y eso que antaño fue la izquierda invocan los plazos y las normas para dejar fuera de juego de forma sucia a quien tanto temen. Nunca tanto respeto a la ley reflejó tan profundo espíritu antidemocrático.
Por eso, por pedir un juego limpio, se acusa al Ministro de Defensa de incurrir casi en un delito. Por eso, por advertir que la arbitrariedad manifiesta del juego sucio puede desembocar en una revuelta ciudadana, se acusa al Ministro de Defensa de lanzar una amenaza velada en contra del poder civil instituido. Los mismos que desean viciar los resultados de las futuras elecciones salen ahora en defensa del derecho y la democracia. Habrase visto.