Por Carlos F. Imendia.
Aún está fresquito el suceso, ni un mes llevan los presos políticos que expulsó Ortega hacia Washington D.C., el régimen sandinista niega que se trate de un acuerdo entre Managua y Washington, Con el pasar de los días han salido a la luz terribles testimonios de la ferocidad de un régimen que lucha por sostenerse y que también ha entrado en paranoia. Desde el secuestro y hasta obviar procesos judiciales y llevarlos a cárceles macabras como el Chipote, en condiciones de humillación y en las entrañas de este calabozo ser sometidos a la tortura física y psicológica en donde algunos fueron sometidos a descargas eléctricas en sus genitales y a otros les arrancaron las uñas, mientras sus verdugos los forzaban a que revelaran quien los financiaba. Privados de la luz del sol, de no hablar con sus semejantes y a una dieta precaria para lo que ellos dicen: Tumbarnos. Muchos de ellos afirman salieron más fortalecidos.
Daniel Ortega, sátrapa, un ser cuya hoja de vida es desconocida, de lo poco se sabe es que su padre anduvo intentando filtrarse en la sociedad granadina sin tener mayor gloria y éxito y a su vez él y sus hermanos sufrir la indiferencia de los habitantes de la gran Sultana los llevó a cosechar un resentimiento social en su interior, después asaltó bancos, paso a vincularse con bandoleros instruidos con ideologías marxistas y comunistas hasta formar guerrillas que confrontarían al régimen somocista.
De seguro, Ortega en su vida tocó un libro, el tiempo para los actos vandálicos y de sabotajes lo consumían, por eso el resentimiento trascendió a la educación y la academia y en los últimos años la dictadura se ha dedicado a suprimir y cancelar centros de estudio, universidades, academias, etc.
“Con Ortega guarden los libros” Dijo un periodista en plena crisis de abril 2018, sustentaba una postura, de que para las dictaduras el saber y el conocimiento es peligroso y puede abrirle los ojos a las masas y descubrir que quienes los gobiernan son auténticos ignorantes.
“Cómo un indio como Ortega, puede sentirse dueño de Nicaragua” afirmó en su programa transmitido en redes sociales el periodista Santiago Aburto. “La culpa no es del indio sino del que lo hace compadre” enfatizo Aburto en alusión al empresariado Nicaragüense que ha sido cómplice de Ortega ante la indiferencia y la actitud individualista de velar pos sus intereses y no por el colectivo. En pocos días Ortega ha hecho acciones descabelladas y desesperadas, recientemente, suprimir el Consejo Superior de la Empresas Privada (COSEP) y otras gremiales adscritas. Federico Hernández Aguilar, recordó en un programa radial como él había aconsejado a José Adán Aguerri, ex presidente del COSEP y preso político desterrado en Washington por Ortega, y como Aguerri había subestimado las intenciones totalitarias de Ortega y Murillo, la necedad del gremio, y el gran pecado de los grandes empresarios de no proteger con uñas y dientes la democracia ahora pasa factura en Nicaragua sometida.