viernes, 10 enero 2025
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Gentrificación del centro

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"La rehabilitación de escuelas y parques en áreas vulnerables es esencial para evitar caer nuevamente en el ciclo de pobreza, delincuencia y maras": Nelson López Rojas.

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Por Nelson López Rojas.

Mi primer encuentro con el término “gentrificación” ocurrió en una ciudad del frío norte de Estados Unidos. En una parte de la ciudad, edificios abandonados aguardaban a inversionistas que los transformarían en modernos apartamentos, atrayendo así a una nueva población, a una población diferente para “mejorar” el vecindario o, como decía mi abuela, “para mejorar la raza”, y alejar así a los que no podían pagar por las renovaciones.

Es necesario conocer entonces la definición de diccionario de la RAE para gentrificación:

f. Urb. Proceso de renovación de una zona urbana, generalmente popular o deteriorada, que implica el desplazamiento de su población original por parte de otra de un mayor poder adquisitivo.

La revitalización del casco urbano es crucial. Punto. Las calles deben ser para los carros, las aceras para los peatones y los locales para los negocios. Punto. Todos los alcaldes que vienen a mi memoria han tratado de ordenar el centro, de limpiarlo, de reubicar a los vendedores dentro de los mercados, de multar a los infractores y hasta quitarlos a la fuerza si no cumplían. Sin embargo, todos fracasaron en el intento.

En la actualidad, en la nueva era que vive el país, se ha reordenado el centro histórico de una vez por todas. Atrás quedó el desorden de los vendedores, del transporte público y del raterismo que agobiaba la zona. Una mejora notable.

Sin embargo, remodelar por remodelar sin consultar a la población es como llevar botas peludas y calientes a los niños campesinos en San Miguel, solo porque los veo descalzos y me dan lástima. No se está haciendo un bien. ¿Acaso los que ordenan los cambios han vivido en el centro o lo transitan? ¿Se ha consultado a los usuarios sobre sus preferencias o si querían otra plaza? ¿Han acaso estos genios pensado en los ancianos que se bajan de los buses de la zona sur de San Salvador y tienen que caminar largas distancias bajo el ardiente sol o la cruenta lluvia para llegar a la otra parada de buses por la Juan Pablo II?

La ONU Habitat, el programa de las Naciones Unidas para el asentamiento urbano, sugiere que hay que adoptar políticas económicas redistributivas, es decir, que los ingresos que se generan con la gentrificación (turismo, alquileres más altos, ventas de inmuebles, franquicias establecidas en la zona, etc.) rehabiliten las áreas afectadas. Sugiere también retener a la población existente, pero con los alquileres yéndose por el techo, la gente no tiene más remedio que abandonar sus casas e irse para dónde puedan costearse una vivienda de bajo costo.
Dudo, seriamente, que la gente de los barrios aledaños, que mantienen viva la identidad del centro, puedan mantener su estilo de vida y su tejido social tal cual estaba antes. No, los músicos ni los bailarines del centro no son animales de circo. No los cosifiquemos. Cuando ya no puedan disfrutar de un café en el carretón por $0.25 y deban comprarlo en Starbucks, buscarán otros lugares de esparcimiento.

¿Y qué decir de los vendedores de carretón o los que vendían escapularios afuera de Catedral? ¿Acaso estamos viendo a los pobres vendedores como gente que afea la ciudad? ¿Nos estamos convirtiendo en el Río de Janeiro de 2014 que eliminaba a los que daban mal aspecto a las sedes antes del Mundial?

El problema de los vendedores no se ha eliminado, se ha reubicado en hacinamiento un par de cuadras más al sur de la Avenida Cuscatlán. Los mesones y los deteriorados edificios de Candelaria, San Jacinto, San Esteban y del Modelo siguen siendo los únicos refugios para los lugareños.

Otro centro capitalino es posible. A mi mente vienen imágenes de lugares de primer mundo donde los vendedores informales conviven pacíficamente con el reordenamiento de las ciudades. ¿Por qué no podemos nosotros? Granada, en Nicaragua; Nueva York con sus vendedores callejeros de hot dogs; Lisboa con su Feira da ladra; el Campo dei fiori en Roma donde por la mañana es un mercado de flores y por la tarde la plaza queda sin puestos de venta, limpio, y a su alrededor hay restaurantes, cafés, etc.

Otro centro capitalino es posible. Hay que consensuar, tener humanidad y ver las cosas desde la óptica de aquellos a quienes estamos desechando. Hay que fomentar el comercio informal, pero con orden. Si los vendedores no pueden seguir vendiendo, buscarán otras formas de llevar sustento a sus familias a como dé lugar. La rehabilitación de escuelas y parques en áreas vulnerables es esencial para evitar caer nuevamente en el ciclo de pobreza, delincuencia y maras.

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Nelson López Rojas
Nelson López Rojas
Catedrático, escritor y traductor con amplia experiencia internacional. Es columnista y reportero para ContraPunto.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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