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En pleno siglo XXI y con caminos reales del siglo XVI

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Los caminos reales del siglo XVI fueron rústicos caminos de piedra, arena y mezcla parecidos a las calzadas romanas, que comunicaban a las provincias del Reino de Guatemala entre sí­ (Como el de Verapaz a San Salvador que llegaba al sur de Ciudad Vieja y el de Puerto de Caballos a la Ciudad de Santiago de Guatemala) . Eran peligrosos y oscuros, asediados por bandoleros y tribus de resistencia, transitarlos de noche era un riesgo. En El Salvador contemporáneo no distamos mucho de esos caminos reales del siglo XVI la carretera hacia el puerto de la Libertad, que pasa por los municipios de Santa Tecla, Nuevo Cuscatlán, Zaragoza, San José Villanueva y el puerto de la Libertad es un auténtico ejemplo de la corta visión entre las municipalidades, oscura y peligrosa, no se ha podido consolidar en años iluminar tan importante carretera que conduce mensualmente a miles de turistas a disfrutar las playas del Océano Pacifico.

 Lo mismo sucede en la zona norte del paí­s, la troncal que conduce a sitios turí­sticos de montaña como Miramundo, La Palma, San Ignacio, en toda esa basta carretera impera la oscuridad y la inseguridad desde el conflicto armado, muchos municipios son los involucrados (Apopa, Aguilares, el Paisnal, Guazapa, Nueva Concepción, etc.) Y no les da la cobija para proporcionar una iluminación adecuada a esa ví­a importante de turismo y comercio que los beneficia.

La carretera que conduce al Aeropuerto de El Salvador donde anualmente lo visitan 3 millones de turistas, hasta hace poco contó con iluminación, por presiones al gobierno de rubros involucrados como el sector turí­stico y de inversión. El Estado no ha tenido liderazgo en el tema, como ente regulador y promotor de la inversión internacional no ha podido llamar a los actores involucrados entre ellos las comunas, que en los quinquenios llegan a formar parte del mismo partido e ideologí­a polí­tica a afinar una visión de paí­s proactiva.

Hasta hace poco, por las grandes presiones en los sectores empresariales y por el riesgo de perder una inversión $1,550 millones de dólares del FOMILIENIO II y MCC, el gobierno y los diputados se vieron obligados a modificar la LEY DE CARRETERAS Y CAMINOS VECINALES. Los diputados se oponí­an a reformar dicha Ley por que las comunas perderí­an autonomí­a (¡A cuenta de que, si el desarrollo del paí­s estaba en juego!), factores que sustentaron esa postura es por que prohí­be la instalación de rótulos publicitarios dentro del derecho de ví­a lo que es una fuente de ingresos para la municipalidades.

Esta reforma permitirá dos asocios publico privados (APP) con una inversión de $11.5 millones de dólares que hará posible la iluminación de 142 kilómetros de carretera y la colocación de cámaras de video vigilancia que van a mejorar la seguridad, sin la sinergia de los sectores difí­cilmente se llegará al desarrollo sostenible, por fin El Salvador ya no tendrá más caminos reales del siglo XVI.

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Carlos F. Imendia
Carlos F. Imendia
Comunicador, publicista y mercadólogo salvadoreño; columnista y colaborador de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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