Por: Gabriel Otero.
Genuflexión, sumisión por súplica o conveniencia. Los vasallos medievales con ese movimiento corporal juraban obediencia, respeto y lealtad a su señor feudal, al dueño de las tierras que trabajaban, su uso y origen continúa siendo un enigma para que hombres y mujeres la utilicen en la petición de matrimonio.
¿Caballerosidad? ¿gesto romántico? O ¿la fuerza de la costumbre? Nada de eso, un poco de todo y mucho de nada, la vida en pareja no debe significar subordinación, hincarse deliberadamente para vivir con alguien es un pésimo inicio hacia la complicidad cotidiana, no existe amor en la humillación.
Pero hay gente que recurre a la presión social, sobre todo hombres, poco o nada instruidos, que someten al escrutinio público las decisiones personales, no solo las de ellos sino las de sus parejas.
En el medio tiempo del partido Atlas contra Monterrey se suscitó algo inusual en el estadio Jalisco: la petición de mano de un novio a la novia, o de amigo a amiga ¿qué necesidad había para exhibir la privacidad individual ante miles de ojos?
Y así en las pantallas del recinto y de televisión teniendo a Lico el Zorro, la mascota del Atlas como testigo, los incautos y metiches pudimos observar, cómo en los linderos del círculo central de 9.15 metros, él, el novio o el amigo, hincado y con la sortija en la mano izquierda para entregársela a ella, la novia o la amiga, quien de inmediato negó con la cabeza y le acarició las manos, después la vimos correr hacia las graderías mientras se escuchaban los abucheos.
Lico el Zorro, atinó a abrazarlo a él, el novio o amigo, además de escoltarlo a las tribunas para que pudiese continuar el juego. Y de nada valió el bicampeonato del Atlas en 70 años, Monterrey se impuso en el marcador siendo visita.
Y poco importaron las miradas para que ella, la novia o la amiga, le dijera que no ante miles de fisgones invadidos por la sorpresa de su respuesta firme y contundente. También fueron irrelevantes los 416 mil enlaces con el video, las noticias, memes y mofas refiriéndose al hecho.
Y de ninguna manera pueden acusarla a ella de sevicia con el diccionario en mano y no hay “otro soldado caído” como cientos de cacasenos le llamaron a él, el ahora exnovio o examigo, cuya conducta y expresión cretinas deben evitarse a toda costa.
Porque dicen que el amor no admite testigos y una de las manifestaciones de la violencia es obligar al otro o a la otra a decir o a decidir cosas contra su voluntad.
Que viva la libertad de decir no a los chantajes y manipulaciones.