Partir las aguas con un interlocutor alternativo plurinacional y popular
En esta pugna intraoligárquica la sangre jamás llegará al río porque el gran Salomón que parte al niño del Plan para la Prosperidad (PP) es EEUU. Y cuando el embajador no puede hacerlo, viene un funcionario de la metrópoli y lo hace: en este caso, Nikki Haley quien, a la vez que dio un espaldarazo a Jimmy, también lo conminó a luchar contra la corrupción; e igualmente dio su apoyo a la CICIG pero le ordenó trabajar discretamente, no aparecer en los medios a diario y no politizar la justicia que imparte. Una de cal y una de arena para cada bando. Porque la restauración oligárquica debe realizarse mediante la unidad granítica de la oligarquía. Si no, no sirve de nada.
Pero el foro que los dionisíacos celebran hoy es híper-mediático. Y no podía no serlo. Es la culminación triunfal de la posmoderna unidad entre el neoliberalismo libertario “progre” (la derecha lila) y la vieja progresía y la juventud biempensante y “sin ideología” (la izquierda rosa): esa que es producto del intelicidio por vía de la entretención que banaliza la política, la religión, la cultura, la ética, la moral y la vergüenza, pues no tener ideología implica no tener principios, ya que la ideología no se reduce (como creen los ignaros) a la bipolaridad izquierda-derecha, sino implica sobre todo la moral y la ética, no importa en qué paradigma histórico se inscriban éstas.
Pero Nikki Haley dejó aceitada la pugna intraoligárquica, de modo que la confrontación entre dionisíacos y alvaricos menguará, y el foro rosa-lila será inflado urbi et orbi por los medios pro-oligárquicos, mientras que se verá acremente criticado por los medios pro-oficialistas del fascismo, el fundamentalismo protestante y el sionismo político: ese trípode dogmático en que descansa la “defensa de la institucionalidad”. El público distraído seguirá tragándose esta suerte de justa deportiva, perdiendo de vista que la coyuntura obedece a que la geopolítica está ayudando a la oligarquía local (debido a que no hay un interlocutor alternativo a ésta) a realizar una restauración (o lavado de cara) oligárquica mediante el PP como impulsor de un renovado extractivismo, de la militarización de fronteras para impedir la salida de emigrantes y de la consolidación de un Estado oligárquico administrado por la izquierda rosa y la derecha lila, a fin de exhibirlo como “ejemplo” ante la “desviada” Venezuela. En este contexto, la izquierda rosa juega el mismo rol que el MLN en 1954: el de traición a su pueblo. Y por esto, la historia no la absolverá.
Ante tal coyuntura, procede engrosar las filas del movimiento que se está convirtiendo en el interlocutor alternativo a la oligarquía ante las potencia de la multipolaridad (EEUU, Rusia y China), mediante un proceso de Asamblea Constituyente Plurinacional y Popular (ACPP): una dinámica de construcción desde abajo de un consenso sobre la necesidad de fundar un Estado en el que estén representadas todas las nacionalidades culturales y todas las clases y sectores que forman nuestro país. Este es el esfuerzo que parte las aguas de la restauración oligárquica y que se ubica por encima de la traición histórica de la izquierda rosa: esa que transitó de la beata trompetita al maligno salario de sangre de las agencias de “ayuda” internacional, y que moralmente en nada se diferencia de la vieja izquierda claudicante de los Acuerdos de Paz.
¡Seamos el interlocutor alternativo del cambio! ¡Vamos hacia la ACPP!