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El reto navideño: comprar en el Centro

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También en el trayecto pude sentir olores no tan agradables, como el de los mismos desechos de las aguas residuales de esos mismos negocio

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Escogí­ un dí­a “X” de este diciembre 2016  para ir a dar una vuelta por el Centro de San Salvador y notar que la capital vive congelada en el tiempo, la misma rutina navideña de hace 30 años, la misma fruta  que inunda las calles para esta época: Manzanas y uvas.  Las mismas ventas de adornos navideños, guí­as de luces, arbolitos brillantes y de plástico, coronas navideñas sintéticas o con luces, los tradicionales nacimientos navideños de barro con el respectivo pesebre y musgo, venados de paja, santa clauses, ventas de juguetes chinos al por mayor, venta de canastas navideñas, el musicón que sale de los almacenes de electrodomésticos que invitan a la gente a entrar a sus establecimientos, en los mercados la venta de ingredientes para la cena navideña, el chompipe, la gallina o el pollo. Caminé una cuadra y media en el Centro de San Salvador  y en medio de ese pequeño callejón que han dejado los vendedores ambulantes fui sintiendo olores peculiares como el de la comida que preparan algunos comedores  también pude observar a los comensales degustando con ganas la sabrosa “Comida corriente”  que desierta el apetito más que cualquier otra comida.

También en el trayecto pude sentir olores no tan agradables, como el de los mismos desechos de las aguas residuales de esos mismos negocios, que caen y buscan los tragantes sin ningún tipo de tratamiento, aguas con gran cantidad de grasas que atestan el alcantarillado.

El transeúnte que se aventura a caminar en el Centro de San Salvador se arriesga a caerse y a quebrarse una pierna o un brazo, una persona de unos 60 años  con reducida visión puede correr el riesgo de lastimarse, las aceras están desvencijadas, lisas, desgastadas, llenas de grasa, o desperdicios de frutas y verduras, el desorden impiden la libre movilidad, es imposible pensar en el acceso a personas discapacitadas, a pesar de que aún se sigue pagando el derecho a la vialidad, éste sigue siendo vulnerado al no contar con infraestructura  optima y renovada; y que las mismas autoridades inviertan en crear accesos más libres y seguros.

Ir al Centro a comprar es un gran reto, una aventura donde fluye la adrenalina, ir con un ojo en la espalda, esquivar gran cantidad de obstáculos y por supuesto afilar la astucia para el regateo  y lograr una buena compra.

¿Y El Tráfico? Imposible, filas de buses que parecen un tren sin fin y que en pocos segundos colapsan las reducidas calles del Centro, van bomper a bomper reduciendo aún más el espacio para los transeúntes.  El desorden no se distingue quien lo genera, la gente que para a los buses o los buses que bajan a la gente donde les dé la gana.  El Centro ha quedado congelado en el tiempo a pesar que muchas administraciones han intentado cambiar el panorama (Demócratas cristianos, areneros y efemelenistas)  con todo y esos esfuerzos no lo han podido lograr.

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Carlos F. Imendia
Carlos F. Imendia
Comunicador, publicista y mercadólogo salvadoreño; columnista y colaborador de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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