lunes, 2 diciembre 2024
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El poder del consumidor – usuario – ciudadano (I)

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La izquierda partidaria del período de la guerra fría negocia hoy en día en el capitalismo por una cuota de poder (como las mafias, narcos y maras), mientras que el sindicalismo se ha enfocado en sus propios salarios

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                A dispassionate conceptual development of the typology of violence

must by definition ignore its traumatic impact. Zizek, Violence.

El mercado es una guerra

La mano invisible de Adam Smith resulta que en El Salvador es la mano organizada de ANEP, y según la situación, de los cañeros, de los cafetaleros, de FUSADES, de los exportadores de agua, de los importadores, banqueros, corporaciones internacionales, etc. todos bien organizados y violentos. Lo que  encuentra la consumidora – ciudadana individualizada salvadoreña en el mercado: aguantar puros puñetazos. Nosotros en el mercado, defendemos nuestros derechos de consumidores y usuarios ciudadanos desde nuestra individualidad, eso no ha prosperado en ningún lugar del planeta, donde funciona es por tener antecedentes de lucha organizada de la ciudadanía.

La única minoría peligrosa son los ricos”

Los Chikos del Maíz – Valerie Solanas 

¿Quién también ejerce violencia en El Salvador más allá de la subjetiva y visible? Los Ricos, al generar condiciones por debajo de una calidad mínima de vida; la clase política, al velar por intereses de las elites e intereses propios; la burocracia al luchar por sus propios intereses y olvidar los objetivos de la institucionalidad de la que son parte. Por el otro lado, todos los y las consumidoras – ciudadanas, desde el jornalero de zafra, hasta la doctora, enfrentan esta situación de violencia, llegan al mercado a encarar un puñetazo de esa “mano invisible” que ofrece salarios por debajo de lo que se necesita para una vida digna y el Estado, cómplice, miente diciendo que estamos bien y que en el país uno resuelve con $300. 

Porque eso es el mercado en economías como la nuestra, un campo de batalla. Por un lado la ANEP, la ASI, empresas internacionales y otras organizaciones al servicio de la élite (incluido el gobierno), llegan articulados como ejércitos a una batalla. Por el otro lado, los consumidores – ciudadanos, llegan “dignos” a comprar, solitarios a aguantar violencia. ¿Quién negocia con ellos de tú a tú? Solo otras organizaciones: las mafias, los narcos, las maras… y con el uso de la violencia.

                Los romanos llamaban vis, vires a esa fuerza, al vigor que permite que la voluntad de uno se imponga sobre la de otro. Vis tempestatis se llama en latín el ‘vigor de una tempestad’. En el Código de Justiniano se habla de una ‘fuerza mayor, que no se puede resistir’ (vis magna cui resisti non potest). Vis dio lugar al adjetivo violentus, que aplicado a cosas, se puede traducir como ‘violento’, ‘impetuoso’, ‘furioso’, ‘incontenible’[1]

En su lucha anti-imperial contra los Japoneses, Kim Il Sun relata[2]  como un sector tradicional coreano salía con su ropa tradicional y rituales a enfrentar a los invasores japoneses que cargaban espadas y fusiles, algo así nos pasa en el mercado salvadoreño: llegamos con honor y dignidad individual, como usuarios y compradores, mientras los empresarios y la burocracia nos esperan con desidia y violencia, como los japoneses esperaban con espadas y fusiles a los tradicionales nacionalistas.

Incluso el Estado se ha impregnado de ese método, el ejecutivo, el legislativo y el judicial. No le tienen miedo al ciudadano – usuario – consumidor, porque éste se presenta como cordero solitario en matadero. Allí también se explican los despilfarros de gente pobre: pretenden dignificarse solos ante la violencia experimentada, pero solo generando auto consuelo y risas de burla en el adversario. 

Tradicionalmente ha sido el sindicalismo la herramienta para enfrentar a los grandes empresarios, pero en el capitalismo global neoliberal, las cosas han cambiado. Ese espacio minúsculo de batalla salarial está más maniatado que nunca, incluso contando con mucha corrupción interna. En una economía primordialmente informal como la nuestra, los sindicatos no cuentan ya con la solidaridad de la gente, que incluso recienten el hecho de que los sindicalistas tengan un salario estable y aún quieran más, sobre todo si son trabajadores de una institución pública que no sirve. Peor aún son los sindicalistas traidores pro patronales, que más allá de la violencia ejercen la traición.

La izquierda partidaria del período de la guerra fría negocia hoy en día en el capitalismo por una cuota de poder (como las mafias, narcos y maras), mientras que el sindicalismo se ha enfocado en sus propios salarios. Toda una cultura de transacción ante la violencia ejercida por los ricos que dejó de lado la construcción de proyectos de nación por los partidos de izquierda y sindicatos. Construcción de proyectos populares abandonados en este país ya hace más de 35 años, cuando la izquierda dejo de proponer “construir” por “negociar” que a la larga a terminado en tranza de cuotas de poder, estatus y dinero para ellos.

Mientras tanto, la “mano invisible” ha continuado su avance estable: su plan Washington, Plan de Ajuste Estructural, Reducción de la Pobreza y cualquier otra medida neoliberal que permite y deja esta nación. Todo esto con la complicidad de todos los partidos del período de guerra y de democracia post acuerdos de paz hasta esta fecha. Con una mano, la “invisible”, azota en el mercado directamente al ciudadano – consumidor, con la otra, roba y manipula el dinero del pueblo para garantizar sus intereses en los aparatos de un Estado que le debería pertenecer al pueblo.

Por otro lado, en esta ola de sentimiento capitalista global, tenemos a los empresarios mediocres locales como los importadores: maximizan ganancias y amenazan con cerrar si la gente “se porta mal”. En un mundo de ciegos el tuerto es el rey, en El Salvador el capitalista es tuerto y miope, pero le basta para aprovecharse del individualizado salvadoreño consumidor -ciudadano que va al  mercado en su soledad.

“Mantén a todos con miedo y ellos consumirán”[4]

 Como decíamos, la “gran empresa” llega al mercado bien organizada. ANEP, ASI, FUSADES y todas sus organizaciones conservadoras llegan bien equipados: influencia en el ejecutivo, diputados comprados, magistrados y jueces comprados, medios de comunicación propios, burócratas dispuestos a venderse barato. Todo con un solo propósito: que la ciudadanía salvadoreña siga consumiendo al precio que ellos digan, pagando los salarios que ellos decidan  y que, el y la consumidora – ciudadana, acepte la mediocridad de los servicios públicos, de los bienes y los salarios. ¡NEGOCIO REDONDO!

 En el caso de los servicios públicos es peor aún. Los trabajadores ponen el 87% del presupuesto del Estado[3]   y con ello se vuelven cómplices de una empresa privada aprovechada y un Estado inoperante al servicio de los ricos. Es decir, el mercado es una guerra promovida por los ricos, para ello incluso usan el Estado como controlador, apaciguador e incluso para promover más violencia a través de una burocracia que por salarios está dispuesto a abusar de la consumidora – ciudadana y lo más impactante es que somos los consumidores – ciudadanos los que pagamos para que nos hagan la guerra, nosotros pagamos a los trabajadores de los ricos en el ejecutivo, en el legislativo y en el judicial; pagamos a ese burócrata que no hace nada pero que por cuello está allí abusando, pagamos para que el mercado sea “libre” como la mano invisible de la ANEP quiere. Incluso nos hacen creer que ellos hacen la riqueza, cuando somos nosotros con nuestro trabajo, impuestos y remesas que logramos que este país exista.

$6,733.2 millones es el presupuesto de la nación 2019

$5,957.9 lo pone el pueblo principalmente vía IVA[5]

Les subsidiamos el café a los cafetaleros ya por 150 años, les subsidiamos el agua a los cañeros, les subsidiamos la responsabilidad de los cañeros en las crisis de salud que generan, les limpiamos de deudas la banca pública para que después la compraran, nos robaron los fondos de pensiones, subsidiamos a los empresarios del transporte, les regalamos el agua a los exportadores de agua embotellada. Todos los trabajadores y trabajadoras pagamos eso ya que aportamos el 87% de lo que gasta el gobierno en esos temas. Los ricos son ricos porque nos roban con violencia y nos atacan violentamente para que esto siga así.

La violencia y pobreza de los ricos expulsaron a 3 millones de salvadoreños y salvadoreñas

                Hoy, en sus empleados, bancos y centros comerciales quedan sus remesas

¿Con qué se queda el trabajador luego de una vuelta por el mercado o una oficina de gobierno? con la sensación de que los ingresos no alcanzan, que el gobierno es corrupto porque nos roba los impuestos y que quizás es mejor migrar, con la frase “si no trabajo, no como” como consuelo individual del consumidor – ciudadano, al ver que lo atacan permanentemente para abusarlo y que él está pagando por eso con dinero y su actitud solitaria ante el mercado.

Ponemos el trabajo productivo, el 87% de los impuestos, las remesas, los muertos y ¿los ricos controlan el Estado, la burocracia vela solo por su interés, los políticos solo trabajan para los ricos y sus propios intereses y ¿en el mercado y servicios públicos solo recibimos violencia? Algo tiene que cambiar.

[1] Ver: http://www.elcastellano.org/palabra/violencia

[2] Kim Il Sung, “En el transcurso del siglo” Ver: https://www.kfa-eh.org/en-el-transcurso-del-siglo-memorias-kim-il-sung/

[3] Julia Evelyn Martínez, “87% de los ingresos tributarios viene de la clase trabajadora y solo el 13% de la gran empresa” Ver: https://informatvx.com/87-de-los-ingresos-tributarios-viene-de-la-clase-trabajadora-y-solo-13-de-la-gran-empresa/

[4] Marilyn Mason entrevistado por Machael Moore en la película Bowling for Columbine. Marilyn reflexiona sobre la manipulación de masas en la sociedad  estadounidense. Ver: https://www.youtube.com/watch?v=1NOFSOeOBsk

[5] Julia Evelyn Martínez afirma que el 87% del presupuesto es financiado por la clase trabajadora, ibídem.

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Camilo Melara
Camilo Melara
Analista local

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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