sábado, 13 abril 2024
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El Orteguismo enterró varios metros más abajo su revolución progresista

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Por Juan José Dalton

Cuando yo era apenas un adolescente, que trataba de curarme de la herida que significó el asesinato de mi padre, tuvimos como bálsamo espiritual el apoyo de varios líderes del FSLN.

Pude conocer a Tomás Borge, a Henry Ruiz, a Oscar Turcios, a Lea Guido, a Gioconda Belli, y también a Humberto y Daniel Ortega… Estos dos últimos hasta novios fueron de dos amigas y vecinas nuestras, cuando vivían en el apartamento en el que vivimos nosotros anteriormente (cerca del malecón habanero).

Mi padre, quien fue gran amigo y compañero de Carlos Fonseca Amador, líder del FSLN, nos heredó un inmenso amor por la lucha sandinista. Miles de veces, mi hermano Roquito y yo, les solicitábamos enlistarnos en aquella guerrilla en la que todos se llamaban “hermanos”. Fuimos conociendo a más compañeros: René Núñez y Doris Tijerino, entre otros, a quienes ayudábamos a redactar y distribuir sus comunicados de prensa, así como otras “tareas”.

Cuando triunfó la Revolución Sandinista me atrapó en San José, Costa Rica, de donde me disponía a entrar al Frente Sur, pero la idea se frustró… Todo aquella historia que era un festejo masivo, me hizo regresar a Panamá, a trabajar como el ayudante de mi tío Arqueles Morales, en la agencia de prensa IPS, de Italia.

Después viví en Managua, pero ya incorporado a las FPL (de El Salvador), como 4 años, luego de haber estado fugazmente en el Frente Apolinario Serrano (Chalatenango). Me pasó de todo: colaboré en fundar las Fuerzas Especiales Selectas (FES), bajo las órdenes de Salvador Guerra, Sebastián (El Tamba Aragón) y Felipito. Varios combates en Arcatao y sus filos montañosos; fui gravemente herido y luego en una ofensiva implacable fui capturado convaleciente, junto a otros dos compañeros queridos: un médico y un dominicano.

Por el dominicano sobrevivimos porque los jefes militares informaron a su mando central que habían capturado a un cubano o a un nicaragüense (era realmente un dominicano).

Al salir de la cárcel regresé a Cuba y luego hice otras “tareas” en el exterior, con base en Nicaragua. Y seguí viendo y admirando a los hermanos nicaragüenses de alto nivel.

Ya en el “poder”, el FSLN fue carcomiendo su revolución progresista; lo mismo que le pasó al FMLN en sus 10 años de gobierno… Comenzaron a verse con zapatos caros que no se empolvaban; carros y casas de lujo, lo que nunca persiguieron en la guerra en la que se jugaron la vida y en la que muchos hermanos murieron heroicamente.

Hace como dos años los pro-orteguistas crearon bandas de sicarios, mataron y apresaron a jóvenes a quienes ahora Daniel llama “demonios”, sin verse en el espejo para apreciar en el que él y su pareja se han convertido.

El domingo pasado se fue a unas autovotaciones para autoelegirse (con sus adversarios encarcelados o exiliados) y si termina el período, habría superado el tiempo que duró la dinastía somocista que combatió, en una guerrilla en la que cayó también su hermano Camilo.

Con esta farsa Daniel Ortega abrió la sepultura de aquella admirable Revolución Sandinista y cavó varios metros más abajo y en vez de tierra le echó cemento forzado.

Ese proceso de gran cinismo han saludado fervorosamente y votaron a favor del orteguismo las dos alimañas cobardes de expresidentes exsalvadoreños (nacionalizados ahora nicaragüenses). Y ha saludado con ahínco la mínima expresión que queda del elote desgranado y podrido que es en la actualidad el FMLN.

Parafraseando una vieja consigna de aquella gesta histórica: “¡Si el somocismo cayó, el orteguismo caerá! Y el FMLN se borrará.

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Juan José Dalton
Juan José Dalton
Director General y Fundador de Grupo Dalton: Diario Digital ContraPunto, Periódico AudioVisual ContraPuntoTV y Archivo Digital Roque Dalton

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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