Por Alejandro Herrera Núñez.
Un desierto que parece sacado de Marte, unas formas caprichosas en las rocas, madera sedimentada de hace 500 millones de años, y una forma que se esconde en lo profundo de la arena: un triángulo negro. Todo esto captado por el tenaz ojo de German Carnero, fotógrafo medioambiental y artista visual peruano mexicano, quien se internó por un año en el Desierto de Ica (al sur de Lima, Perú), un lugar histórica y arqueológicamente relevante en el país andino, la cual expone este año en Paracas su muestra, PRINCIPIO Y FIN DEL ABSOLUTO.
Peruanos perdidos en Perú
El departamento de Ica en Perú, es un lugar lleno de misterios sin resolver dónde pasan cosas extrañas dignas de los Expedientes Secretos X. Bajo las pampas de arena se esconden civilizaciones como la cultura Nazca (la misma que tejió en la arena las famosas líneas de Nazca, figuras extrañas que solo pueden ser vistas desde el cielo) o la enigmática cultura Paracas que hacía trepanaciones craneanas mientras tejía hermosos e intrincados mantos que envolvían a sus momias en un lujo cromático solo comparable en el mundo antiguo a la mítica Babilonia.
Pero también es el lugar de extraños rumores, de hallazgos de figuras extrañas en la arena, de la especulación de momias no humanas, de avistamientos de figuras en el cielo, y dónde los sueños pueden volverse realidad.
En este contexto Germán Carnero se internó en el desierto de Ica, y descubrió una serie de preguntas que ya estaban ahí antes que todos nosotros.
El desierto es un círculo plano
En la reserva de Paracas, Ica, hay una parte de desierto rojizo, el Cerro Colorado, de un aire marciano, dónde está terminantemente prohibido caminar.
-Aquí no te dejan pasar- me comenta Germán – Si caminas por ahí dejarás tus marcas por cien millones de años. Es como caminar en la luna.
Esto que parece una exageración sacado de un libro de ciencia ficción, es real, un extraño fenómeno ocurre con la arena de ese lugar, por la que las marcas quedan constituidas por una eternidad, de ahí esta primera prohibición con la que nos encontramos al ingresar a un territorio taboo.
La aventura empieza internándose en el desierto , y entrando al territorio de la especulación. A hora y media de Ica ciudad, Germán ingresa al desierto en su camioneta 4×4.
A medida que la carretera queda atrás, el desierto y el cielo parecen fundirse en una unidad que desorienta.
- Aquí hasta las rocas tienen algo, son ancestrales pero en un sentido prehumano- comenta Germán.
La palabra clave en el desierto es arcaico. Las piedras que van apareciendo tienen formas caprichosas, unas veces de animales, otras veces de caras o figuras humanoides, una roca tiene un agujero en la barriga que forma con su sombra en la arena un círculo perfecto, toda esa roca parece una escultura moderna. Y además rocas que son en realidad árboles fosilizados.
El guardián de la arena
Germán desde una elevación se agacha y toma una foto a una extraña formación que recuerda a unos rostros en las dunas, lo cual a su vez me hace recordar la Casa de Cáncer en Caballeros del Zodiaco, por los rostros, en este caso formados por el viento de la arena.
Luego el Cañón de los perdidos.
-Hay formas en las sombras que se forman en el cañón.
En una de sus fotos, al fondo del cañón se puede percibir la imagen de la cara de un Gato o zorro, son formas del paisaje que a cierta hora del día aparecen para ser vistas, o para mirarnos.
Meses después German me muestra en su ordenador Apple las fotos de unos mantos Paracas de hace mil años que recuerdan mucho a la forma captada con su cámara en el cañón de los perdidos. El zorro es también un animal guía en los rituales chamánicos. En el desierto de Ica es difícil alcanzar a ver a alguno de estos zorros porque ellos son siempre los que están viendo.
Mirando el desierto, el lugar parece hierático pero como comenta Germán esa solo es una ilusión del desierto.
-Esto lo hizo el sol, las sombras el viento y el tiempo- me dice al ver una duna, una roca extraña o las paredes del cañón- El tiempo es el artista y yo le tomo las fotos.
Una panorámica del tiempo
De vuelta a Lima y al revelado de sus fotos, el ojo de Germán ha dispuesto mostrar una formas que uno creería sacado de una película de Nolan, pero que no son más que un parpadeo de la realidad.
Pisando el terreno de la especulación sus fotos revelan literalmente otro planeta que vive a tan solo cuatro horas de Lima. El cielo es cósmico, el cañón un misterio rocoso que te devuelve la mirada. El desierto y el cielo parecen un espejo el uno del otro.
-Este Desierto está cabrón- dice contento Germán al revelar sus fotos.
Al preguntarle cómo trabaja me responde:
-Estás como cazando el momento, esperando que haya armonía en tu foto, que haya composición. Entonces seguíamos con el carro yendo al cañón de los perdidos, y ahí es donde encontramos otra foto. Es así, tal cual, te encuentras con el momento. Y el desierto de Ica tiene formas raras, era como Roswell. El desierto es un personaje que está vivo y que está constantemente cambiando. Con estas fotos lo que busco es que el que lo vea imagina ese ser, ese desierto. Porque todas las noches que estaba allí aparecía algo diferente. Tu vas en enero y vuelves en marzo y hay cosas que no había en enero. Y luego están los famosos vientos Paracas, la lluvia de arena, y afuera del carro alucinabas con la arena. Basta con que llegues al desierto, te bajes, te sientes en una piedra y te pongas a mirar las nubes y sientes como se relaja, se limpia tu mente. Es un desierto mágico.
Un puerto misterio
Mimetizado con el paisaje, se encuentra el terminal portuario San Martin, en Paracas. Alrededor las formas de las playas resaltan de manera curiosa.
-Este desierto fue mar- me comenta Germán – , luego se convirtió en pantano, después se seco y se hizo el desierto que conocemos. Eso hace 600 millones de años. Y órale, que entre pantano y desierto fue un bosque donde crecían árboles enormes, más grandes que Venustiano Carranza, uno de esos árboles se convirtió su corteza en el suelo de la playa La mina en Parscas. El suelo de esa playa es un árbol de hace cientos de millones de años. Es una belleza, y es parte de ese misterio que es el desierto de Ica. Yo mirando una de las fotos más chulas que he podido captar, y que más intriga me da, es el de una roca que se erige como monolito a un cielo cósmico que parece un cielo de otro planeta, pero el detalle está al fondo de la foto, en una roca que se ve diminuta emerge al hacerle zoom una rara formación, la de un triángulo negro, que yo no ví, ni me enteré hasta que al aumentar el tamaño de la foto para la muestra se convirtió en algo extraño: el secreto de un misterio. Ahí está el detalle, en el fondo del desierto sientes que algo se esconde y te mira.
La exposición fotográfica “PRINCIPIO Y FIN DEL ABSOLUTO”, de German Ignacio Carnero, se inaugura este viernes 27 de octubre, en las instalaciones del Museo de Sitio Julio C. Tello de Paracas. Km.27 Carretera Pisco-Puerto San Martín Reserva Nacional de Paracas. En el corazón mismo del misterio.
Esta exposición se logró con el patrocinio de la Oficina desconcentrada del ministerio de cultura de Ica y el Museo de Sitio Julio C. Tello de Paracas, así como el invaluable apoyo y compañía de Vivian Murphy, EFC, Electro Ferro Centro y Terminal Portuario de Paracas, General de San Martin.