El fin del TPS para los salvadoreños residentes en Estados Unidos es un duro golpe al alma nacional, y sin lugar a dudas, pese a lo que digan políticos y gobernantes, aunque no habrá deportaciones masivas, lo que se puede prever es inestabilidad en la comunidad residente en el norteño país.
Claro que es importante haber logrado 18 meses de gracias para que el TPS termine definitivamente. Dará tiempo, sobre todo, para que algunos puedan buscar alternativas legales y puedan quedarse en EEUU.
Sin embargo, para la promulgación de una ley que traslade a los del TPS a estatus permanentes, nos parece un tanto más difícil: los procesos de formación de leyes son tardados y muy complejos. Los legisladores en ambas cámaras tienen que recibir los proyectos de ley, debatirlos en comisiones, negociar, etc, etc., para finalmente aprobar la legislación, que luego el presidente puede vetarla. O sea!
Cómo quiera que sea, durante 17 años miles de salvadoreños emigraron víctimas de la pobreza y de la violencia a un país donde se les ofreció estabilidad y trabajo. A partir de hoy esas garantías han desaparecido. Después del 9 de septiembre de 2019, dentro de menos de 2 años, muchos tendrán que retornar a su país natal.
Hay quienes han dicho que se les esperarán con los brazos abiertos, pero”¦ ¿Y no fue por pobres que se les expulsó?
El sistema o modelo creado desde hace años y el vigente no estima a la mayoría de salvadoreños por ser pobres. A los pobres migrantes en EEUU se les ha estimado por los dólares que mandan y que al final contribuyen en reciclar la injusticia social prevaleciente.