jueves, 25 abril 2024

El día 8 de marzo es lucha

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El 8 de marzo, día Internacional de la Mujer, no es un día para celebrar. Se conmemora la defensa de derechos, se recuerda que 144 trabajadoras perdieron la vida al ser deliberadamente incendiada la fábrica textil en la que, desde su lucha por cambiar las condiciones precarias de trabajo, protestaban en Nueva York aquel 1911.. Es así, un día que nos llama a hablar sobre los avances logrados pero también para pedir más cambios, todos aquellos necesarios para un pleno ejercicio de nuestros derechos, además de aplaudir toda la valentía y la determinación de todas aquellas mujeres que han jugado un papel clave en la historia de sus países y sus comunidades.

En El Salvador, a pesar de haber dado pasos importantes en relación con políticas públicas a través de marcos regulatorios y propuestas programáticas, es necesario señalar que hay inmensas deudas pendientes. De acuerdo con el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), en su Mapa de embarazos en niñas y adolescentes (2018),  entre los años 2015 a 2017 el Ministerio de Salud registró 65,678 inscripciones prenatales en niñas y adolescentes en edades de 10 a 19 años. De este dato, solo en 2017 se contabilizaron 19,190 adolescentes y niñas embarazadas; de ese total 781 casos corresponden a niñas de 10 a 14 años.

Por su parte el Observatorio de violencia de la Organización de Mujeres Salvadoreñas Por La Paz (ORMUSA), señala que según datos de su homólogo de Estadísticas de Género, de la Dirección de Información y Análisis, (DIA) del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, de enero a diciembre de 2019 se cometieron 230 feminicidios. Una significativa disminución de 156 casos, equivalente al 40%, si se compara con 2018, donde se cometieron 386, sin embargo, es importante señalar que otros tipos de violencia contra las mujeres tuvo un comportamiento similar, tal es el caso de la violencia sexual y las desapariciones, las cuales  incluso para 2019 mostraron un aumento y pasaron de 560 en 2018 a 676 en 2019, según reporte de la Oficina de Información y Respuesta (OIR), de la PNC.

Con una de las legislaciones más punitivas y estrictas en casos de aborto, otro ejemplo de estas deudas en materia de derechos es la situación de las mujeres, en su mayoría pobres, que viven partos extrahospitalarios y emergencias obstétricas. Desde un sistema judicial que criminaliza a priori estas vivencias, se materializa en las más altas penas, generando además juicios mediáticos y sociales que las señalan con profundos elementos de discriminación siendo, en muchos casos, inocentes.

No solo problemas actuales aquejan a las mujeres de la sociedad salvadoreña. Problemas no resueltos de un pasado invisibilizado que abona a la impunidad, nos galopan en pleno presente. No es desconocido, por ejemplo, aquellos actos de violaciones sexuales ocurridos durante el conflicto armado por uno u otro bando y que, desde esa impregnada relación de poder aún se pasea oronda en nuestros días en medio de mujeres que sin tratamiento psicológico, sin seguimiento, ven a muchos de los perpetradores y cómplices en puestos públicos. Por su parte, la recién aprobada Ley de Justicia Transicional, Reparación y Reconciliación Nacional, evoca el espíritu de sobreposición de esos poderes construidos, en los que los dolores de la sociedad entera, pero tangibles en la búsqueda de la justicia y la verdad de miles de mujeres, sigue palpable hasta estos días y reafirma la inmensa deuda a causa del interminable orden de autoperdón que engorda al patriarcado y a la impunidad.

Las brechas salariales, de escolaridad, ciudades inseguras a razón del género, la impunidad, la criminalización y discriminación laboral, son solo otros ejemplos de lo que significa ser mujer en El Salvador. Lo cierto es que a pesar de esos avances mencionados, no se puede hablar de pleno ejercicio de las mujeres. Una sociedad que concentra diversas violencias, no se basa únicamente en aprendizajes violentos, sino sobre una estructura de poder desigual entre géneros.

Por eso, cada ocho de marzo se deben puntualizar esas grandes deudas. Es una fecha que convoca a reafirmar las agendas de lucha diaria, es un ejercicio de visibilización de esa gran labor que muchas mujeres defensoras y organizaciones de defensa de derechos de las mujeres han venido realizando a lo largo de la historia, sin bajar los brazos, sin desmayar en la marcha.

Que este ocho de marzo nos convoquen esas agendas y nos lleven al compromiso de la política pública acertada que vaya modificando lo expresado a lo largo de este escrito. No, el ocho de marzo no es el día para felicitar, es un día para levantarnos, para visibilizar el por qué todas las luchas a lo largo de la historia han sido necesarias, es un día para decirte: ¡Vení, luchá conmigo!

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Nayda Acevedo Medrano
Nayda Acevedo Medrano
Analista salvadoreña
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