viernes, 26 abril 2024
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El Asocio público privado es mejor opción que la privatización de instituciones públicas

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Todos los proyectos que se ejecuten bajo la forma de asocio público privado, deben ser capaces de generar una ganancia privada significativa, por tanto varios de los servicios públicos no pueden ejecutarse bajo esta modalidad

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El asocio público privado puede asegurar eficiencia en la ejecución de proyectos públicos, satisfaciendo los intereses de la institución pública interesada, la empresa privada ejecutora, los usuarios del servicio público y de los trabajadores: financia inversión en infraestructura y servicios que son responsabilidad del Estado; asegura inversión a largo plazo exclusiva y rentable a la empresa privada; genera servicios públicos mejores, con tarifas más bajas y mayor cobertura para los usuarios; así­ como oportunidad de empleo decente para los trabajadores. El asocio público privado es una alternativa a la privatización de las instituciones públicas: el sector público conserva la propiedad de sus activos y la responsabilidad en la prestación del servicio público, pero  comparte los beneficios y riesgos (técnicos, financieros, legales y polí­ticos) con la empresa privada.

Todos los proyectos que se ejecuten bajo la forma de asocio público privado, deben ser capaces de generar una ganancia privada significativa, por tanto varios de los servicios públicos no pueden ejecutarse bajo esta modalidad. Los beneficios para la institución pública interesada son: proporcionar infraestructura y servicios para la sociedad a costos menores y tarifas inferiores, con ingresos netos positivos a largo plazo para las finanzas públicas, generando un beneficio social neto para la sociedad (descontando los costos sociales).

Para que un asocio público privado pueda tener éxito debe haber un marco regulador apropiado, evitar el oportunismo y la corrupción, un diseño correcto de la concesión, un contrato de concesión visionario, un cumplimiento del contrato satisfactorio para ambas partes y un impacto social positivo.

El oportunismo se evita y neutraliza cuando se logra un equilibrio entre los derechos y obligaciones del gobierno, el inversionista y los usuarios. El Estado salvadoreño debe mejorar los procedimientos y la aplicación de los mismos por parte de los órganos legales de las institución públicas contratante, de PROESA y del sistema de justicia del paí­s;  fortalecer la función de contralorí­a social en el ámbito de la sociedad civil; garantizar que exista suficiente competencia entre las empresas participantes; evitar que esas empresas tengan éxito en sus presiones hacia la institución contratante o para inclinar a su favor las decisiones del ente regulador; fortalecer la supervisión y control riguroso de los proyectos ejecutados. La corrupción se combate con acciones ejemplarizantes legales y polí­ticas contra los implicados, ya sea funcionarios de la institución pública contratante, PROESA, diputados que aprueban el contrato de concesión, jefaturas de las instituciones supervisoras y controladoras (fiscalizadoras) del proceso de concesión y de ejecución.

El análisis de la bibliografí­a existente y la información proporcionada por profesionales salvadoreños que han recibido formación en asocios público privados, muestra la poca atención que ha recibido el fortalecimiento de la capacidad de supervisión del proyecto por parte de la institución pública interesada. Actualmente en El Salvador, no existe, una sola institución pública que tenga esa capacidad desarrollada;  CEPA,  SIGET y la Fuerza Armada todaví­a tienen limitaciones a superar; las instituciones públicas que han venido participando en la ejecución de proyectos de FOMILENIO I y II, han adquirido capacitación y experiencia en este campo.

La mejor alternativa para la ejecución de proyectos públicos es que las instituciones públicas desarrollen su capacidad para ejecutar proyectos en forma directa, pero existen obstáculos de capacidad técnica, organización, financiamiento y costos laborales, muy difí­ciles de superar en el corto y mediano plazo o proyectos especí­ficos en que no vale la pena crear esa capacidad institucional.

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Santiago Ruiz
Santiago Ruiz
Columnista Contrapunto.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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