Habían pasado dos meses desde el golpe de estado en Chile; en la Penitenciaria de Arica, el Profe fue de los primeros en ser ingresado, estuvo incomunicado como dos semanas, hasta que lo trajeron donde estábamos el resto de los presos políticos del sexo masculino. La semana pasada trajeron a un abogado muy famoso, que realizó estudios de postgrado en Francia, lo habían trasladado desde Antofagasta (a unos seiscientos kilómetros hacia el sur).
Ayer estuve conversando con el Profe sobre mis preocupaciones por no conocer el paradero de mi compañera de vida; a varios de los presos políticos les han autorizado la visita de un familiar y sólo tres han tenido la oportunidad de hablar con su abogado defensor (un oficial de la fuerza armada, en servicio y con la profesión de abogado). Las nuevas autoridades de la Universidad del Norte, nombradas hace pocas semanas por los militares, contrataron un abogado militar para la defensa de los catedráticos, estudiantes y trabajadores de esa universidad que están acusados de crímenes de guerra; yo soy estudiante de la Escuela de Contaduría de esa universidad, pero todavía no me han dado la oportunidad de conversar con ese abogado. Algunos de mis compañeros del Partido Comunista, que fueron detenidos en las semanas posteriores al día en que los militares me capturaron junto a mi compañera de vida, me han dicho que lo más probable es que ella (21 años y comunista como yo) se encuentre en el anexo de la Penitenciaria, en donde solo hay mujeres.
El Profe también me contó que cinco de los doce abogados que están encarcelados aquí, han constituido una comisión de trabajo para asesorar al resto de presos políticos, los otros abogados son unos miedosos y dijeron que no quieren participar en nada que sea político dentro de la cárcel; el problema es que ninguno de los miembros de esa comisión legal, conoce las leyes y procedimientos militares en los casos de traición a la patria, sedición y espionaje, pero la directiva de los prisioneros de guerra, está gestionando ante la oficina de la fiscalía militar de Arica que se les provea de esos documentos legales para estudiarlos y utilizarlos en la asesoría legal.
Trajeron a un joven, con grado de capitán de infantería de Bolivia, acusado de espionaje; a la semana siguiente se empezó a conocer que la Cruz Roja Internacional y la orden religiosa de los Maristas, estaban haciendo gestiones para conocer las condiciones en que nos encontrábamos los presos políticos. El día de ayer, como a las seis y media de la mañana trajeron a la cárcel quince supuestos presos políticos que nadie conocía; a las ocho de la mañana repartieron como veinte maquinitas de afeitar y cinco peines, nos dijeron que todos debíamos rasurarnos y peinarnos; a las 10 de la mañana nos formaron militarmente, el capitán que está a cargo de la cárcel presentó a un supuesto representante de la Cruz Roja Internacional; este señor como de cincuenta años, de nacionalidad francesa, dijo que su institución estaba visitando algunas de las cárceles en donde había presos políticos, para conocer sus condiciones de vida; se produjo un largo silencio de unos cinco segundos; uno de los supuestos reos políticos que había ingresado ese día, dijo en voz alta que habían sido bien tratados, que la alimentación era nutritiva; otro de esos recién llegados dijo que se nos respetaban los derechos humanos; entonces se escuchó la voz del abogado que había estudiado en Francia, que como buen orador y hablando en francés, dijo varias cosas, pero yo no entendí nada; cuando regresamos a nuestra celda, el Profe nos dijo que el abogado había denunciado la tortura a la mayoría de los presos políticos, que la comida era de frijoles negros con rienda (macarrones) y que en muchas ocasiones la habían servido en mal estado, explicando que en Chile el frijol negro es un alimento para los cerdos, así también dijo que usábamos la misma ropa que vestíamos el día de nuestra captura varias semanas antes, dormíamos en el suelo, no contábamos con sábana para abrigarnos en la madrugada cuando en esta área del Desierto de Atacama se pone muy frío y que sólo se nos permitía defecar una vez al día, a las seis de la mañana.