Por José Arnoldo Sermeño Lima.
En la reciente campaña electoral por la presidencia uruguaya, Pepe Mujica pronunció un emotivo discurso -algunos lo llaman de despedida- en el que dijo a las nuevas generaciones que se avecina un futuro con un desarrollo tecnológico deslumbrante, como no ha ocurrido en toda la historia de la humanidad, y que deben estudiar mucho para ser parte de él, pues -de lo contrario- no serán aptas ni para ser explotadas.
No es el propósito de estas líneas enlistar los acelerados hallazgos científicos y tecnológicos que la prensa internacional reporta cotidianamente, ni insistir en el diferente pero complementario rol entre hogar y escuela: educando el primero e instruyendo la segunda; pero una reciente película distribuida por Netflix ® ha venido a mostrar el potencial insondable que tienen los hallazgos tecnológicos que florecen cotidianamente ante nuestros ojos.
Se trata de la película La singular vida de Ibelin, dirigida por Benjamin Ree, exhibida en 2024 y ganando este mismo año dos premios en el festival de Sundance: el del público y a la dirección; así como también en Chicago, Nueva Zelanda y Miami. La película recoge la vida de Mats Steen, un joven noruego que fallece a los veinticinco años (1989-2014) víctima de la enfermedad Duchenne, una distrofia muscular hereditaria padecida principalmente por hombres y transmitida por línea materna.
En sus últimos años, Steem se absorbe en el mundo virtual, tomando el nombre de Ibelin en el juego World of Warcraft ®, que le permite vivir virtualmente la existencia que le vedó la enfermedad, enamorarse como tanto había soñado, contar con amigos -que nunca había tenido- en lo que llamaron Hermandad Starlight, e incluso le permitió ayudar a uno de sus compañeros de juego para superar el autismo. No será de extrañar los tratamientos que esta película generará para las personas con condiciones especiales, usando el presente y futuro desarrollo tecnológico.
El mundo virtual ya es cotidianidad en los países desarrollados y en los hogares del Tercer Mundo que cuentan con esa facilidad. Pero no solo queda vedado para las inmensas mayorías que en todo el planeta no cuentan con ello, sino que -volviendo al discurso de Mujica- preguntémonos quienes pueden crear y desarrollar toda esa tecnología que esta surgiendo.
La mayor parte de universidades en el Tercer Mundo continúan siendo transmisoras de conocimiento -usualmente desfasado- y no generadoras de hallazgos y pensamiento nuevo por medio de la investigación. Estamos rodeados, por ejemplo, de una naturaleza diversa pero antropólogos, químicos, médicos, etc no logran encontrar la zona de intersección para indagar el conocimiento ancestral de los pueblos primitivos que permita utilizar la ciencia actual y encontrar nuevos medicamentos y, con ello, generar patentes para nuestros países. Con suerte, esas universidades más parecen prolongación de las instituciones de secundaria. Son “teaching universities”, y no centros generadores de innovaciones; a pesar de que nuestros jóvenes, cuando tienen la oportunidad de ir a instituciones del primer mundo, son capaces de destacar y dar aportes significativos.
Olvidando que los profesionales deben ser universales, en algunas instituciones de educación superior se menosprecia a la cultura y a las humanidades, ensalzando solo a las STEM. Obviamente, sin quitar el mérito a estas últimas y a su importancia, ese menosprecio olvida lo que sería la vida de todos nosotros -incluyendo a los profesionales de las últimas disciplinas- sin la belleza e inspiración del mundo creado por los profesionales de las primeras disciplinas, que nos aportan la música, el cine, la pintura, etc
Nuestros educadores repiten mecánicamente lo que han aprendido sobre las inteligencias múltiples, pero para ellos eso solo es una referencia bibliográfica. Considerémonos dichosos si en estos países algunos contados líderes educativos y universitarios potencian con cursos especiales para desarrollar el cerebro de niños y jóvenes con facilidad para las ciencias y la matemática, para quienes incluso existen campeonatos internacionales. Sin embargo ¿quién se preocupa por desarrollar el cerebro y las habilidades de quienes traen facilidad para las artes, tanto puras como involucradas con el actual desarrollo tecnológico? ¿Dónde están los mecenas para darles una apertura universal? ¿Nos olvidamos entonces cómo potenciar a los niños y niñas con habilidades para seguir los pasos de los Darío, los Asturias, los Neruda, los Dalí, los Gaudí, las Kahlo, las Okeefee, las Maar, las Mistral, las Sosa, los Botero, los García Márquez, etc? Pareciera que para nuestros educadores el tema de las inteligencias múltiples sólo es una referencia…
Se hacen inversiones en educación olvidando la perspectiva: los padres de capas medias en nuestros países sacrifican buena parte del presupuesto familiar para inscribir a sus retoños en escuelas llamadas bilingües, olvidando que ya está desarrollado el dispositivo que permite contar con traducción simultánea en decenas de idiomas… En el futuro, ese esfuerzo económico familiar valdrá la pena justa y principalmente para aquellos niños que se dedicarán a las artes -especialmente la literatura- para conocer en su lengua a los grandes autores.
¿Qué debemos, en resumen, hacer para que las nuevas generaciones del Tercer Mundo no sólo figurativamente sean aptas para ser explotadas -como sentenció Mujica-, sino que -y esto ya es en serio- den un aporte significativo al desarrollo científico y tecnológico de la humanidad? ¿Y cómo hacemos para que “los Neruda” contribuyan a dar un mundo más bello?
Es hora de sentarse a pensar en serio…