Parece que ahora se está poniendo de moda esa palabra tan temida. Durante las dictaduras militares latinoamericanas, la palabra de moda era "democracia". Pero en realidad, yo me pregunto, ¿hemos vivido en democracia?, ¿sabemos lo que esa palabra significa?, ¿y dictadura?
Con los Acuerdos de Paz (1992), se supone que terminaría la dictadura y construiríamos la democracia. Nuestro pueblo venía de vivir la opresión de regímenes de maridaje entre militares y oligárquicos. íbamos a tener justicia y a romper las desigualdades. Por parte de los guerrilleros, a pesar de lo ahora se piense, hubo un punto de buena fe. Cedieron el espacio a los poderes fácticos y confiaron en el sistema de justicia.
Por aquel momento, la Reforma Judicial abría grandes perspectivas de desarrollo hacia un estado de derecho, que garantizaría la justicia. La fundación de la nueva Corte Suprema de Justicia, fue una gran esperanza. Aquellos jueces corruptos serían cambiados por juristas probos y visionarios; se suponía que llevarían adelante la anhelada tarea de depurar la judicatura. Y esa fue la primera decepción. Si mal no recuerdo, los jueces depurados fueron doce. En tres años. Después de eso, vinieron los mundiales de fútbol y todo se diluyó. Años más tarde, llegaron los cuatro fantásticos, que judicializaron la política, al punto que bloquearon todos los intentos del frente de gobernar.
En realidad, yo me pregunto, ¿no hemos vivido una dictadura de la burocracia judicial, maridada con el poder financiero? Ahora, el ex magistrado Ulises del Dios Guzmán, habla del peligro de una dictadura. Lo que parece un chiste, porque él fue parte de esa dictadura judicial, que traicionó los anhelos de justicia de nuestro pueblo, de los que convirtieron la Corte en un supermercado de resoluciones judiciales.
Nayib les dice a los jueces, vamos a ver de parte de quién están, y despotrican y abogan por la sacrosanta independencia judicial, como si fueran tan probos, tan moralmente limpios.
Hay muchas cosas que hablar sobre el plan punitivo del presidente, podemos dudar de los resultados, pero hay dos puntos esenciales en esto. El primero, que estamos ante una situación de emergencia, que requiere medidas drásticas. Que él no podrá solo, como lo dijo en su discurso de toma de posesión. El segundo, que el sistema judicial deberá actuar en consecuencia. Un sistema judicial que ha violentado la voluntad popular en favor de los poderosos, no puede estar alegando respeto. La independencia judicial no es una patente de corso. Debe estar sujeta a la moral, el bien común, la justicia y el amparo a los débiles frente al poder.
Repito, hay muchas cosas que discutirle a Nayib en esas medidas, como la falta de planes sociales concretos y urgentes, acorde a los planes represivos, pero no es eso lo que le reprochan. Su problema es, que les está cuestionando su superpoder y los amenaza con la fuerza de las masas en las calles. El gobierno anterior, débil para ejercer su autoridad, alejado del pueblo, era mejor para ellos. Ahora, ven en peligro su dictadura. Solo falta que quieran hacer una maniobra como la de Brasil.
La situación no es fácil.