domingo, 12 mayo 2024

Desempolvando a un Titán

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Grandes personas hacen historia, pero esta no los pone en el escalafón que se merecen en algunos casos. Tal vez por los intereses hegemónicos del periodo o por la humildad del protagonista que simplemente hace lo que hace sin buscar fama

Grandes personas hacen historia, pero esta no los pone en el escalafón que se merecen en algunos casos. Tal vez por los intereses hegemónicos del periodo o por la humildad del protagonista que simplemente hace lo que hace sin buscar fama. Me inclino por la segunda teoría sobre el protagonista de este artículo, pues su labor en la lucha de los pueblos de Colombia fue inmensa, pero tocó esperar a que la muerte hiciera lo suyo para sacar del olvido a Francisco José Trujillo (1).

Este gigante del mundo sindical del siglo pasado, dedicó su vida a tatuar en la sangre de los trabajadores y trabajadoras las ideas que explotan la revolución en la razón y el corazón, por las que no permiten ver cosa diferente más allá del amanecer. Nacido y criado en la lucha del Partido Comunista Obrero (fracción perseguida por el entonces Partido Comunista Colombiano, ambos hijos de la división del Partido Socialista Democrático de los años cuarenta) su magia se transmitía por la radio a través del programa “Colombia Necesita”, la formación en la “Universidad Obrera”, la prensa escrito en el periódico “Clase Obrera”. Además, su energía la dedicó también a conformar nuevos procesos organizativos en sectores nuevos de esa época como la Asociación Nacional de Fotógrafos (años 50).

Destaca en Francisco la formación integral de su vida, pues además de vivir en el mundo del sindicalismo también fue esposo y padre de cuatro hijos, los cuales también hicieron parte de la lucha social al lado de Francisco y su esposa María Tila Uribe; en la faceta trabajadora tuvo también un papel protagónico en la consolidación de la seguridad industrial y todo lo concerniente a las condiciones dignas del trabajador para prevenir accidentes laborales, llevándolo a exportar su experiencia y conocimiento a países de Nuestra América y Europa. Tanto así, que trabajo un pequeño tiempo con el Che Guevara cuando fue Ministro de Industrias.

Al entrar en contacto con el padre revolucionario Camilo Torres en la década de los 60, contribuyó a la educación superior de cara a la gente por medio del Movimiento Universitario Pro-Desarrollo de la Comunidad -MUNIPROC- en seminarios sobre Desarrollo de la Comunidad y Formación de líderes en la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional, como también en las universidades del Valle del Cauca, la de Antioquia, en barrios y sindicatos, en organizaciones campesinas y en diferentes ciudades y pueblos del país.

Cabe resaltar que después de la muerte de Camilo Torres el 15 de febrero de 1966 en combate con el Ejército Nacional, Francisco junto a otros miembros del Frente Unido del Pueblo (propuesta política que ayudó a liderar Camilo) continuaron la educación en sindicatos, barrios y organizaciones sociales, resaltándose así la experiencia del Instituto de Capacitación y Asesoría Técnica –ICAT-. Se suma en su vida la cárcel y el exilio, pero con un buen retorno al país a seguir con la lucha formativa de la clase popular; que es lo más resumido que puedo compartirles de la vida de este formador de formadores/as.

Por compañeros como Francisco, que se mantuvieron en la sombra de la lucha sindical y popular encargándose de la formación de aquellos que echarían los discursos en la plaza pública, dirigirían un sindicato o tejerían redes barriales y campesinas en los territorios, se levantan las bases ideológicas y de clase capaces de soportar las más duras coyunturas que un estado dictador impone. Estos formadores/as escarban hondo en las personas para que las ideas de transformación social se conviertan en el sentido de sus vidas.

Esta intelectualidad que nace del movimiento obrero-sindical deja profunda huella por la no separación de la producción intelectual, el trabajo salarial y la lucha obrera, logrando diálogos entre ambas facetas como trabajador para generar la praxis y el conocimiento necesarios que ayudan no solo a cualificar al resto de trabajadores/as sino también a motivar la exigencia de derechos sociales y afianzar un relato de revolución. Por eso Francisco dentro del tema de la salud en el trabajo aportó grandes avances y herramientas apropiadas por este sector para mejorar las condiciones laborales y por ahí derecho inculcar la organización y lucha obrera.

A cada paso que se avanza en el desarrollo de las facetas humanas de forma integral, dentro de la lucha social, pero sin caer en una práctica todera (hacer de todo pero mal hecho y sin alcanzar las metas) se va encontrando la especialidad por la que se transita con mayor concentración, algunos les gusta más la música, la investigación, la organización comunitaria e incluso la movilización callejera, pero no se deja de lado otras actividades que bajo la integralidad también constituyen cualificación en dicha especialidad. En eso Francisco Trujillo es un ejemplo digno de recordar, reconocer y retroalimentar.

La formación fue su especialidad, pero nunca dejó de lado el sindicato, la lucha obrera y la familia. Aunque cerró sus ojos para siempre el pasado 09 de diciembre, este titán dejó tras de sí muchos ojos abiertos apuntando al horizonte digno de Nuestra América.

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(1) La información biográfica de Francisco José Trujillo es recolectada del artículo “Francisco José Trujillo” escrito por su hija Pilar Trujillo.

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Wilmar Harley Castillo
Wilmar Harley Castillo
Comunicador social, especialista en Política Pública para la Igualdad. Columnista y comunicador de ContraPunto
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