Los inicios de la década 1960 marcaban también el inicio de una nueva era, con la fundación de partidos políticos. Entre ellos, los dos más antiguos y sobresalientes:
– el Partido Demócrata Cristiano (PDC), fundado en 1960, siendo su principal líder el Ing. José Napoleón Duarte, quien comenzaba una carrera política ascendente, que veinte años después lo llevaría a la Presidencia de la Republica;
– el Partido de Conciliación Nacional (PCN), fundado en septiembre de 1961, bajo el liderazgo del Coronel Julio Adalberto Rivera, quien inició como Presidente de la República, el 1 de julio de 1962;
– el Partido Acción Renovadora (PAR) de inspiración democrática y bajo liderazgo y respaldo absoluto del coronel José Asensio Menéndez, venía ya desde la década anterior con modesta participación en el espectro político nacional, como fuerza opositora al Partido Revolucionario de Unificación Democrática (PRUD), liderado por Oscar Osorio.
Con José Napoleón Duarte, el PDC ocupó sitio relevante en la oposición al Presidente Rivera, quien, después de unas elecciones que se consignaron públicamente como fraudulentas, había asumido la presidencia el 1 de julio de 1962. Si bien, como punto a su favor, a Julio Rivera corresponde el mérito de haber propiciado y logrado el establecimiento de la representación proporcional en la Asamblea Legislativa, también sobre sus hombros recae, para la historia, la fundación de la Organización Democrática Nacionalista (ORDEN), una entidad paramilitar que fue encomendada a José Alberto Medrano, un militar que, al mismo tiempo, era director general de la Guardia Nacional.
ORDEN del PCN, se caracterizó por detectar y denunciar a ciudadanos opositores al régimen, al grado de que a se le adjudicaba el hecho de haber causado gran cantidad de patriotas muertos, perseguidos y encarcelados.
Después de algunas décadas, el PAR desapareció. Le sobrevivieron dos partidos, como los más antiguos hasta hoy: el Partido Demócrata Cristiano (PDC) y el Partido de Conciliación Nacional (PCN) (ahora Partido de Concertación Nacional siempre PCN), los cuales después de venir de tumbo en tumbo durante décadas, han llegado a reducirse casi a la mínima expresión, que ya los hubiera obligado a desaparecer, de no haber sido por residuos, por fraude o por algún favoritismo político…
Y ahí están los 2 partidos, venidos de más a menos cada vez, quizás -o a lo mejor no- añorando y requiriendo de la prestancia y sapiencia de sus iniciales líderes, quienes -por cualquiera razón- tuvieron a su favor un caudal significativo de votantes, y además de estos a muchos simpatizantes.
Si bien las muchas décadas de ejercicio y el desgaste político del PDC y del PCN, pueden ser factores para su decrecimiento, lo cierto es que ahora es evidente el rechazo, de la casi totalidad de la población, hacia algunos miembros de las cúpulas partidarias -muy cuestionados por conducta antiética y hasta ilícita e impune- pero que todavía cuentan con seguidores, simpatizantes y amigos leales. Eso sin contar con el añejo enquistamiento de algunos dirigentes que, además, muestra los efectos del autoservicio personal (enriquecimiento ilícito) y de grupo, aparte de muchos abusos de poder.
Una nueva oportunidad vendrá en 2021 para ambos partidos, cuando en las elecciones para diputados y alcaldes, les toque participar con sus candidatos. Sin duda, para el PDC y el PCN, será una gran tarea de re-convencimiento entre sus bases o de atracción hacia nueva conquista de adeptos, para evitar -tal como parece anticiparlo y desearlo Juan Pueblo- otro nuevo revés con sus electores, que propicie su derrota definitiva.
Hoy por hoy, la suerte está echada para ambos partidos, según reflejan -aunque muy anticipadas- las primeras encuestas. Falta tiempo todavía, aunque “cuando el río suena…”. Cuestión de tiempo, cuestión de esperar.