lunes, 15 abril 2024

Chilangos en las rocas

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Es en la Semana Mayor, independientemente de los acostumbrados golpes de pecho, éxtasis místicos, quemas de Judas, vigilias, procesiones, fuegos nuevos y otras expresiones sincréticas de lo religioso y lo pagano, cuando el estado de Morelos, como todos los años, se ve invadido por hordas de capitalinos o chilangos.

Los atractivos de Morelos son evidentes: cercanía a la capital, clima benigno, infraestructura turística, albercas y ojos de agua por todas partes, haciendas coloniales y el verdor característico injuriante a los ojos.

La irrupción chilanga representa para Morelos una derrama económica significativa, son los spring breakers nacionales  que se esparcen en Cuernavaca, Jiutepec, Oaxtepec, Cuautla, Tequesquitengo y Tepoztlán, lugares predilectos para el descanso y punto de inicio del apostolado etílico. Son días para guardar y expiar las culpas  en alcohol.

Llegan chilangos de todo tipo a Cuernavaca, los comunes y corrientes de Tepito, la Bondojo, la Peralvillo o la Morelos que se hospedan en el Papagayo, de quince a veinte individuos en un cuarto, o en hostales del centro, fácilmente identificables porque pululan en el Zócalo o el Jardín Juárez visten pantalones cortos, calcetas hasta las rodillas, tenis piratas o de contrabando y playeras del Señor Frogs y Carlos and Charlies, cantan cuando preguntan y le mientan la madre con sus claxones a quien se les atraviese.

Otros visitan a sus parientes sin previo aviso, vienen acompañados de la tía en tercer grado, los primos lejanos, la cuñis rebuena, sus hijos latosos y sus  mascotas, es típico el caso el del anfitrión desprevenido que no sabe de donde provienen los ladridos hasta que pisa la excreta de perro al abrir la puerta de su casa.

Los menos, los chilangos pudientes, vienen a “Cuerna” a supervisar sus casitas de campo en Palmira, Reforma o Tabachines y se van a pueblear a “Tepoz” o a esquiar a “Teques”. 

La televisión es indispensable para los chilangos y se cuestionan: “¿cómo perderse el clásico juego del América-Guadalajara en plenas vacaciones si está acá el compadre?” o “¿qué dirán mis hijos si no ven a Pokémon?” y “¿cómo no contemplar al papucho de Jorge Salinas en mi comedia favorita?”.

Cuando está por terminar la Semana Mayor esperan hasta el último momento, exprimen crudos cada gota del tiempo embotellado, algunos, previsores, se levantan temprano con la ilusión de conducir solos y sus almas los noventa kilómetros que los separan de la Ciudad de México, el problema es que miles de chilangos más pensaron lo mismo.  

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Gabriel Otero
Gabriel Otero
Escritor, editor y gestor cultural salvadoreño-mexicano, columnista y analista de ContraPunto, con amplia experiencia en administración cultural.
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