Big Brother is watching you

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Cuando hagas algo, actúa como si todo el mundo estuviera mirando.
Thomas Jefferson.


La observación, como método para descubrir comportamientos y patrones culturales, es el método más antiguo para la recolección de datos. En el campo de la neurociencia social, el observador usa sus sentidos para recolectar información de los sujetos en observación, aunque estos no sepan que están siendo observados.

Un estudio del MIT revela que la gente aprende viendo a los demás, pero esto no es nada novedoso. Desde niños aprendemos a través de la observación: la variedad del idioma que hablamos, las habilidades motoras, patrones de comportamiento, etc. Sabemos que cuando alguien nos observa nos cohíbe y hasta actuamos erráticamente en deportes o en alguna exposición en el colegio. Al ser observados siempre nos comportamos como niños de escuela cuando llegaba el director, o como cuando llega la visita de la suegra a la casa.

Los seres humanos actuamos de forma distinta cuando sabemos que nadie nos está viendo. En una encuesta rápida y anónima con universitarios arrojó resultados como:

      ver pornografía

      revisarle el celular al novio

      probarse los boxer del hermano

      rascarse los genitales

      comerse los mocos

      criticar el reggaetón y oírlo en privado

      lamer el plato

Y es distinto cuando nos sentimos observados:

      cerrar la ventana del chat cuando el jefe se acerca

      esconder el teléfono cuando el profesor está dando la clase

      fingir buscar algo cuando me he caído

      negar que la pestaña de mi navegador sea mía

      dormir sin ropa y taparse cuando alguien entra sin tocar

Es así, si vivimos en una sociedad civilizada, debemos acatar las normas que la sociedad tiene para una convivencia básica; sin embargo, en algún momento de nuestras vidas nos hemos desviado de esas normas ya sea por rebeldía, por comodidad o simplemente por ignorancia. Es de todos bien sabido aquello de que “el que mancha pared y mesa da a conocer su bajeza” pero se hace mientras nadie me ve, en la comodidad del inodoro del colegio. O la cantidad de chicles debajo de los pupitres. O no levantar nuestra basura en los foodcourts. O botar la basura donde el rótulo dice no botarla.

Y claro, es un comportamiento humano predecible; sin embargo, nuevos estudios en neurociencia arrojan datos interesantes: los investigadores Melissa Bateson y Daniel Nettle del Center for Behavior and Evolution demostraron que el simple hecho de colgar un póster con ojos humanos cambiaba el comportamiento de la gente de manera significativa. En un lapso de 32 días, su estudio reveló que la gente que se sentaba junto al cuadro de los ojos recogía sus bandejas del foodcourt y no así cuando se sentaban en un lugar donde la decoración era flores.

En mi oficina tengo el afiche de un perro bulldog mirando a los que entran y dice “Cuidado, cachorro feroz”. Todas las personas que entran lo ven y les parece gracioso, pero en el transcurso de su visita no dejan de verlo, hasta de reojo. Y el simple hecho de un afiche con ojos esté colgado es suficiente para que las personas actúen como si alguien las estuviera mirando. De la misma forma, hay muchos buses que andan con cámaras. Algunos graban y otros no. Y en una conversación con el motorista él recuerda que antes la gente no regresaba nada de lo que otros dejaban olvidados en la unidad. Ahora pareciera que el big brother ayuda a la honestidad de los usuarios.

Si no tuviéramos la arquitectura neurológica que controla el sistema perceptivo (incluyendo los ojos) nos hubiéramos extinguido hace mucho tiempo. La percepción es un elemento muy importante en la vida social, desde el poder leer miradas coquetas o airadas hasta apartarse del perro rabioso que se dirige hacia nosotros. Lo interesante es que los investigadores descubrieron que podían engañar al sistema perceptivo y que al colgar cuadros era suficiente para cambiar el comportamiento de la gente. Imaginémonos ahora el impacto que se tendría si cada bus tuviera una cámara, o cada escuela un retrato de alguien a quien respetan…

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Nelson López Rojas
Nelson López Rojas
Catedrático, escritor y traductor con amplia experiencia internacional. Es columnista y reportero para ContraPunto.
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