Les insisto a mis estudiantes universitarios que lo importante no es aprender, sino desaprender. Seguir haciendo y diciendo idioteces es perpetuar la ignorancia, es continuar con lo cómodo, con la tradición obsoleta. Desaprender cuesta. Despojarse de la idea que “así se ha hecho por años” puede hasta parecer insubordinación para algunos.
Y así precisamente leía un artículo de opinión donde se llamaba de “jovencitos Social-Confusos con sentimientos […] evidentemente equivocados” a los grupos internos alternativos en ARENA. La columnista, mientras insinuaba que personas como ella respetan el derecho a las preferencias sexuales, a la apertura, a la diversidad y al creer o no en Dios, se refería a todo esto como "despelote” y aconseja a los dirigentes con más fibra moral a no abandonar el barco.
Estas opiniones sin sentido llevarán a ARENA al despelote. Lo importante es renovarse no porque hay presión para hacerlo, sino porque hay una convicción de que si no se cambia ni se actualiza se está destinado al fracaso. ¿O acaso seguimos usando aquellas pesadas máquinas de escribir para publicar nuestros escritos? ¿Preferiría usted un televisor a tubos porque eso le da mayor credibilidad a sus programas? ¡No! Entonces basta ya de proselitismo barato añorando el tradicionalismo. Es la gente que se ve amenazada la que pone el grito en el cielo, aunque muy a fondo quisieran ser como las personas a quienes critican, pero les falta el valor para hacer o decir las cosas que los otros hacen.
Además, el desaprender o dejar de hacer lo que hemos hecho por costumbre nos lleva a autoevaluarnos, a ver lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer por seguir lineamientos arcaicos. En mi columna anterior hablaba de dejar de lado el “es que así es” e intentar derribar el statu quo que nos aqueja.
Hay que desaprender sin adherirse al extremismo, sin adoctrinamiento. Está bien no compartir las ideas de la comunidad LGBT+, pero de ello a decir que gente con ideas nuevas quiere imponer creencias en la población es descabellado y hasta insano.
Yo creo en la reciprocidad: no es de imponer la religión ni el ateísmo, se trata de darle a las personal la libertad de pensar, la libertad de escoger las opciones que vayan más de acorde con la realidad individual. No estamos acostumbrados a la consulta, pero ahora estas ideas de la apertura en los partidos y la deliberación de las mismas aterrorizan a muchos moralistas con mentes obsoletas.
El desaprender debería formar parte de nuestra formación educativa, formal e informal, para derribar las mentiras que hemos aceptado sin cuestionamiento alguno. . El irse al trabajo por una ruta alterna, el no comer en la misma cafetería, el no almorzar con la misma gente, el no hacer el amor de la misma forma, el escuchar a la gente con atención, el leer y entender lo que se lee, el bañarse por la noche, el construir una sociedad de la mano con las necesidades modernas y no con la idea de un pasado que pudo ser y nunca lo fue.