Justo en el mes de un aniversario más del asesinato del P. Rutilio Grande y dos de sus amigos (marzo de 1977), por iniciativa y especial interés del diputado Rodolfo Parker y otros, en la Asamblea Legislativa se promueve el estudio de una Ley de Amnistía, con clara intención de otorgar impunidad total a tantos crímenes contra la población honrada de El Salvador, en el marco de la guerra 1980-1992.
Conocida la intención del proyecto pro amnistía, la población honesta y limpia de aquellas implicaciones, ve con indignación y desagrado su posible aprobación.
Pero, el Pueblo Salvadoreño no está solo en su indignación. En un comunicado de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU (OACNUDH), suscrito por la Alta Comisionada, Michelle Bachelet, ex presidenta de Chile, y con fecha 6 de marzo/2019, pide a los diputados salvadoreños abstenerse de restablecer la amnistía para favorecer graves violaciones de los Derechos Humanos..
“Si esta ley se aprueba, se amnistiará a responsables de crímenes de guerra y de lesa humanidad, se vulnerará el derecho de las víctimas a la justicia y la aprobación sería un grave revés para El Salvador…”, afirma, entre otras cosas, el extenso comunicado de la Alta Comisionada de la ONU, Michelle Bachelet.
Si los diputados más interesados en la Ley de Amnistía, en su apresurado interés de su aprobación, no atienden y hacen caso omiso de la sugerencia/advertencia de la ONU y prosiguen con su intento anti popular, será su responsabilidad.
Breve historia sobre el caso del P. Rutilio Grande:
El 12 de marzo de 1977, durante el período presidencial de Arturo Armando Molina, la Guardia Nacional asesinó al padre Rutilio Grande en la zona de Aguilares y El Paisnal, al norte de San Salvador. .El padre Rutilio encabezaba un grupo de sacerdotes y laicos, quienes mediante un intenso trabajo pastoral acompañaban a los campesinos, en su organización y reclamos de mejores salarios y mejores condiciones de vida.
Varias organizaciones campesinas, como la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS) y la Unión de Trabajadores del Campo (UTC) y numerosas Comunidades Eclesiales de Base (CEB), surgidas y creciendo a nivel de América Latina con el acompañamiento de la Iglesia Católica, creaban nuevos estados de conciencia, especialmente en el ámbito rural, en su lucha por la reivindicación campesina.
El asesinato del padre Grande aquel fatídico día, hirió hondamente al entonces Arzobispo de San Salvador, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, quien exigió al Gobierno las investigaciones necesarias y con prontitud, para esclarecer el crimen. Igual petición haría en su oportunidad para que no quedaran impunes los crímenes de varios sacerdotes, fieles como él a la verdad y al Evangelio:
Alfonso Navarro (11 de mayo de 1977), Ernesto Barrera (28 de noviembre de 1978), Octavio Ortiz (20 de enero de 1979), Rafael Palacios (20 de junio de 1979), Alirio Napoleón Macías (4 de agosto de 1979), Cosme Spessoto (14 de junio de 1980), Ernesto Abrego (desaparecido 27 de noviembre de 1980), Marcial Serrano (28 de noviembre de 1980)… y también los numerosos crímenes de catequistas, religiosas, obreros y campesinos, perpetrados por el ejército salvadoreño. Monseñor Romero seguía demandando justicia contra la galopante impunidad, como lo haría hasta el día de su muerte, sin que fuera oído…
Hoy, mientras avanzan los esfuerzos desesperados en la Asamblea Legislativa, para lograr la amnistía y, por ende, propiciar la total impunidad, en el Vaticano también avanzan las posibilidades de la pronta canonización del P. Rutilio Grande, para regocijo de la feligresía católica salvadoreña y de muchas personas honestas no católicas…
Los trámites en la Asamblea Legislativa, para una Ley de Amnistía favorecedora del crimen, no pasarán. Las tantas víctimas de los crímenes de guerra (individuales y colectivos), demandan total justicia… ¡y el Pueblo Salvadoreño también!