Amores de Roque Dalton

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Asesinado a la temprana edad de treinta y nueve años años, Roque se ha convertido ya en un imprescindible de la poesí­a en todo el mundo, en el sentido más vibrante y esencial de la palabra

El amor es el sentimiento universal de afecto que tenemos los seres humanos. Es la manera más genuina para mostrar que nos preocupamos por otros, que deseamos cuidarlos, verlos felices, saberlos plenos.

El amor ha formado parte de toda la historia de la humanidad y ha sido ensalzado de diversas maneras. Los artistas tienen el don de expresar el amor a través de sus obras, ya sean pictóricas, musicales o poéticas.

De estas artes, es la poesí­a la que más se ha inspirado en el amor. Desde siempre los poetas le han hecho odas al amor, ya sea éste un amor romántico o un amor trágico. Sabido es que poetas como Gustavo Adolfo Béquer, Santa Teresa de Jesús, Rainer Marí­a Rilke, Arthur Rimbaud, Rubén Darí­o y Alejandra Pizarnik le escribieron al amor.

Y también Roque Dalton, como buen poeta que era, escribió del amor. Esa veta queda consignada en la reciente publicación de Hace frí­o sin ti, antologí­a que reúne sus versos amorosos. En esta selección encontramos poemas que publicó de manera dispersa, y poemas de libros como El turno del ofendido, Pequeños infiernos y Taberna y otros lugares, entre otros.

Leer Hace frí­o sin ti confirma a Roque Dalton como el poeta más grande que parió este paí­s. En sus páginas uno descubre un escritor con un dominio solvente de la técnica poética, pero además con la profunda sensibilidad que solo tienen las almas más puras. Desde la palabra, Roque Dalton ha sabido recrear la emoción, el deseo y la ternura que existen en el amor.

La poesí­a, como el amor, es encantamiento y Roque lo sabí­a. Eso lo podemos descubrir en Poema de las seis de la tarde:

Sobre la humedad de tu voz, sobre tal rocí­o de humo suave, no encuentro aún “•frí­o de mí­”• mi nombre consumiéndose.

Y yo no puedo decir otra palabra que tu nombre,

otra sí­laba que no sea para pronunciarte.

Ah, silencio de ti,

mudez de ti en el dí­a que me pesa

y cuya última puerta podrí­a cerrar a pesar de todo

si obedeciera las señales de mi fiel cobardí­a.

En cada uno de estos poemas, la voz de Roque Dalton resuena honda, como una huella indeleble, una marca que sabemos que solo puede ser de él. El poeta, podrí­amos afirmar, corteja la palabra, la seduce, y de ese proceso de seducción nacen sus poemas. Al escribir sus poemas amorosos, Roque Dalton mostraba su lado más carnal, el de un poeta que “’a pesar de tener un serio compromiso revolucionario”’ sabí­a también honrar el sentimiento y la exaltación que provienen del amor.

Los poemas de Hace frí­o sin ti destilan deseo, pasión y erotismo, como lo podemos ver en Marí­a:

Se llamaba Marí­a y era amiga de Dios

Sin embargo, recuérdola mejor por sus pechos

hiriendo mi mejilla en los amaneceres

tibios

de los domingos.

Roque Dalton fue un enamorado, un enamorado de la poesí­a, un enamorado de una sensibilidad portentosa, que seducí­a. Asesinado a la temprana edad de treinta y nueve años años, Roque se ha convertido ya en un imprescindible de la poesí­a en todo el mundo, en el sentido más vibrante y esencial de la palabra.

Si bien la obra poética de Roque Dalton abarca desde lo polí­tico a lo revolucionario, hasta lo histórico y lo amoroso, es precisamente en la poesí­a amorosa que el deseo se ve plenamente realizado en la palabra. Hace frí­o sin ti es la mejor prueba de ello. Sin duda, estamos ante un libro que vale la pena leer.

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Manuel Vicente Henríquez
Manuel Vicente Henríquez
Columnista de ContraPunto https://twitter.com/Pregonero_SV
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