domingo, 14 abril 2024
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Amistades Peligrosas

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Sin franqueza, sinceridad y confianza recí­procas no hay amistad que se sostenga

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Esto parece una trama de novela de espí­as en la que, a medida que avanzas tu lectura, aumentan las posibilidades que tu amigo confidente te traicione y de repente te ves en la disyuntiva real de ir a parar a una bartolina mal oliente, en un centro penal aglutinado. Por muy pequeña que sea esa posibilidad, el pensamiento te puede causar terror.  

Lo bueno es que en tu caso no estarí­as solo en el penal de Mariona, ahí­ está ya el resto del séquito que te apoyaba mientras fungí­as como presidente de república, con quienes podrí­as jugar al Bingo o al Mentiroso.

Mi estimado tocayo Don Manuel, con quien algunas veces tengo alguna desavenencia, dice que las amistades duraderas no aparecen en el desayuno la mañana subsiguiente, después de una fiesta social, después de una negociación fructí­fera y mucho menos después de una recepción polí­tica en la ciudad que sostiene el imperio.

“Si hay algo real y auténtico en polí­tica, es que no hay amistades,  hay intereses” zanja el honorable tocayo Don Manuel con una taza de café humeante, mientras lee detenidamente el matutino El Nuevo Diario de Nicaragua.     

“La amistad se demuestra con la preocupación genuina por el amigo, interesándose por su felicidad, por sus logros, por sus problemas. Un amigo es el que está en todo momento, el que te levanta el ánimo cuando estás hundido.” No es en la abundancia, en la exuberancia, en la comodidad, en la buena onda, o en los buenos momentos inolvidables que producen la leche y las mieles del poder, sino en la turbación y en el fracaso donde se pone a prueba la calidad de una amistad.

“Sólo en el peligro se conoce al verdadero amigo” comenta sabiamente Cicerón.

Sin franqueza, sinceridad y confianza recí­procas no hay amistad que se sostenga.

Sin embargo, la evolución humana nos ha regalado el don de la actuación, con la que el ser humano puede jugar a ser tu mejor amigo o cualquier cosa que su interés personal le pida.  

Por ejemplo, un allegado o interesado puede planificar ir a visitarte al hospital y dejarte chocolates con frambuesas, tras un accidente de coche donde te has roto la pierna, y pretender que la visita se hace porque existe una amistad genuina entre ambos, cuando en realidad lo que hay es un interés de conveniencia, ya sea porque tienes dinero, eres famoso, o presidente de nación.

De frente, el allegado puede actuar a ser el amigo perfecto y detrás puede hundirte el puñal.  

Pero llega un momento en que el farsante de la amistad, en un momento de exaltación interior, te enseña su verdadera naturaleza y entonces te das cuenta que has sido ví­ctima de una traición imperdonable.

Quizás te lo merezcas, quizás no.  Lo que está claro es que en polí­tica hay amistades peligrosas y al final te quedas solo con tus problemas. 

José Manuel Ortiz Bení­tez es columnista salvadoreño en la ciudad de Washington, DC. Twitter: @jjmmortiz

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El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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