LOS ANGELES ““ Una vez más, los jóvenes se han llevado la peor parte de la situación política. El resultado del referendo sobre el Brexit en el Reino Unido no es más que un recordatorio de la creciente división generacional que atraviesa la afiliación política, los niveles de ingreso y la raza.
Yo estoy cerca de cumplir 60 años y me preocupa que nuestra generación en el mundo avanzado sea recordada -para nuestra vergí¼enza y pesar- como la que perdió el norte en materia económica.
Permitimos que el presupuesto fuera rehén de intereses especiales, lo que ha resultado en una fragmentación del sistema tributario que, para sorpresa de nadie, ha impartido al sistema económico un nuevo sesgo anti-crecimiento injusto. Y fuimos testigos de un drástico agravamiento de la desigualdad, no sólo de ingresos y riqueza, sino también de oportunidades.
Concretamente, no hicimos más que intercambiar fábricas privadas de crédito y apalancamiento por fábricas públicas. Cambiamos un sistema bancario excesivamente apalancado por inyecciones de liquidez experimentales suministradas por autoridades monetarias hiperactivas. En el proceso, sobrecargamos a los bancos centrales, poniendo en riesgo su credibilidad y su autonomía política, así como su estabilidad financiera futura.
En resumen, no hicimos lo suficiente como para revitalizar los motores de un crecimiento inclusivo sustentable, debilitando al mismo tiempo la producción potencial y amenazando el futuro desempeño económico. Y estamos agravando estos errores en serie con una gran imposibilidad a la hora de actuar en materia de sustentabilidad a más largo plazo, particularmente en lo que concierne al planeta y la cohesión social.
Para colmo de males, ahora estamos permitiendo un contragolpe regulatorio contra innovaciones tecnológicas que afectan a industrias arraigadas e ineficientes, y que le ofrecen a la gente un mayor control de su vida y su bienestar. Las crecientes restricciones aplicadas a compañías como Airbnb y Uber perjudican especialmente a los jóvenes, tanto como productores como consumidores.
Dado el rol de la innovación tecnológica, gran parte de la cual es liderada por los jóvenes, hasta una reorientación pequeña de las políticas podría tener un impacto significativo y rápido en la economía. A través de una estrategia política más integral, podríamos transformar un círculo vicioso de estancamiento económico, inmovilidad social y volatilidad de mercado en un círculo virtuoso de crecimiento inclusivo, estabilidad financiera genuina y mayor coherencia política. Lo que se necesita, en particular, es un progreso simultáneo en reformas estructurales pro-crecimiento y una mejor gestión de la demanda. También debemos ocuparse de los sectores excesivamente endeudados y mejorar los marcos políticos regionales y globales.
Lamentablemente, los jóvenes han sido demasiado complacientes en lo que concierne a la participación política, en especial en cuestiones que afectan directamente su bienestar y el de sus hijos. Sí, casi las tres cuartas partes de los votantes jóvenes respaldaban la campaña a favor de "quedarse" en el Reino Unido. Pero sólo una tercera parte de ellos se presentó a votar. Por el contrario, la tasa de participación de las personas de más de 65 años superó el 80%. Sin duda, la ausencia de jóvenes en las urnas dejó la decisión en manos de la gente de más edad, cuyas preferencias y motivaciones difieren, aunque sea de manera inocente.