Del Frente se esperaba una conmoción, un giro notable, algo que justificara todas las vidas que se apostó por el cambio y ya ve lo que pasó: nada.
La vida siguió igual tal como decía el filósofo Julio Iglesias. Tanta épica histórica, tanto sacrificio y a la hora de la verdad resultó que el Frente ni siquiera tenía una filosofía del cambio y se dedicó a gobernar con gestos nobles muy cercanos a la idiosincrasia de Cáritas. Parece que el cambio consistía en darles un vasito de leche a los niños en las escuelas y en construir un par de carreteras. Solo eso.
Y al Frente no lo derrotó Bukele, el Frente se suicidó él solito. A otra cosa mariposa, como decía mi abuela. Es tiempo de inventar, es tiempo de crisis.
Ojalá que lo que queda de la izquierda no se vaya en la chicagüita y se quede a corear las consignas liberales manufacturadas por la prensa oligárquica, ojalá que lo que resta de la izquierda ajuste cuentas consigo misma y reconozca en los hechos, lanzándose a nuevos caminos, los grandes errores que la han llevado a la insignificancia.