Alianza y Águila volvieron a verse las caras en una final 32 años después, y pareciera que la nostalgia se apoderó del estadio Cuscatlán y ambos cuadros reeditaron a cabalidad esa final, incluido los tiempos extras y la tanda de penales, pero esta vez la balanza se inclinó en favor de los emplumados.
Los finalistas dejaron claro cuáles serían sus armas desde el principio del partido. De un lado, el Alianza buscaría apoderarse del balón para intentar quebrar la defensa rival a base del buen toque y rapidez de sus volantes, mientras que Águila montó un muro atrás casi infranqueable con Andrés Quejada y Ronald Rodríguez.
Además de la labor de los centrales, el cuadro negronaranja también encontró en Santos Ortíz y Joaquín Verges dos baluartes para anular la creatividad de Monterroza y el mago Olivera en el centro del campo de los paquidermos.
Pese a que el duelo comenzó con emociones intensas, luego de que el atacante aguilucho, Waldemar Acosta, lograra encarar la portería rival con un disparo cruzado que fue bien repelido por el guardameta Rafael García, conforme iban pasando los minutos, el ritmo se volvía más lento.
La opción más clara de los albos para abrir el marcador vino de un tiro libre de Olivera que pasó rozando el palo izquierdo de la portería defendida por Benji Villalobos. Al meta oriental le deparaba una noche mágica que no olvidará bajo los tres palos.
Llegó el segundo tiempo y la dinámica no cambió, el equipo capitalino mantenía el control del balón, pero la red defensiva montada por el timonel emplumado, Carlos Romero, era tan densa que “el Zarco” Rodríguez no encontraba el camino para guiar a sus pupilos en el césped, poco a poco el técnico albo comenzó a perder la batalla. Incluso intentó retrasar a Óscar Cerén hasta el centro de la cancha para mandar balones a David Díaz, pero el delantero colombiano fue neutralizado por Quejada.
Faltaban diez minutos para el final, el pulso de poder seguía equilibrado, pero Diego Coca se las ingenió para abrirse espacio en la frontal del área y sacó un cañonazo obligando a García a estirarse al máximo para enviar el balón a tiro de esquina y los noventa concluyeron con un cerrado 0-0.
El árbitro, Ismael Cornejo, dio el pitazo para que arrancara el alargue, el desgaste físico sería un factor con el que tendrían que lidiar ambos conjuntos. Los migueleños decidieron cerrar más sus filas y esperar una chispa de esperanza en una contra y los albos bañaban con centros el área, pero ninguno lograba encontrar un hueco claro a la portería y los 30 minutos extras se consumieron con el empate aún encima, por lo que, al igual que hace 32 años, el duelo tuvo que decidirse en la lotería de los penaltis.
Quejada, una de las principales figuras de Águila en todo el duelo fue el primero en pararse en el punto penal, pero las dudas lo invadieron y su cobro tímido fue fácilmente adivinado por García.
Llegó el turno para Herbert Sosa para intentar poner en ventaja a los albos, pero el volante mandó su disparo por encima del larguero para el alivio de la hinchada emplumada y Jefferson Polío anotó el suyo para firmar la ventaja de los orientales.
Fue en ese momento que Benji Villalobos se agrandó y paró los cobros de Jiménez y Monterroza para arreglar la pifia de Guevara que intentó engañar a García con un cobro a lo Panenka; Iván Mancía anotó el único penal para Alianza, pero Kevin Reyes y Waldemar Acosta sentenciaron la serie a favor del cuadro aguilucho conquistando su corona número 16 en la historia.
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Foto / Cortesía El Diario de Hoy