La suspensión total del estudio del proyecto para la Ley del Agua en la Asamblea Legislativa, no fue por virtud o patriotismo de los diputados, sino por la generalizada y enérgica protesta de la población salvadoreña, con excepción de algunos sectores empresariales y de los partidos ARENA, PCN y PDC, a través de sus diputados.
Estos últimos -defensores acérrimos del proyecto- aún con su férreo empecinamiento para cumplir los lineamientos de quien sabe quién, no pudieron contra la presión popular, que denunciaba claros intentos de privatización del agua, a través de una sospechosa junta directiva, estipulada en el Art. 14. Se vieron obligados a parar el estudio de la ley, cuando apenas habían sido aprobados los 14 primeros artículos.
Un nuevo estudio hacia la aprobación de una Ley General del Agua, tendrá que iniciarse en la Asamblea Legislativa, cuando con voluntad política los diputados retomen el estudio, modificando sus pretensiones anteriores, ahora bajo la mirada crítica del pueblo. Y, expertos en rasgarse las vestiduras, hoy todos los partidos querrán demostrar que su interés es aprobar la ley, sin intenciones privatizadoras.
La necesidad de una regulación del vital líquido, como indiscutible bien público, no es de ahora. Desde hace varios años, cuatro proyectos han permanecido ignorados por los diputados, a pesar de ser ley de urgencia nacional. Científicos de la rama, organizaciones populares y diversos sectores, siempre han mostrado interés sobre el agua y su distribución; sobre todo hoy, cuando los devastadores rigores del cambio climático, son cada vez más evidentes.
El agua, en sus distintas manifestaciones, siempre ha sido -es- tema de actualidad. A finales de los años 90, desde mi ejercicio periodístico, decidí investigar sobre el agua, su carestía y escasez; y, sobre todo, los efectos del cambio climático y la posibilidad de inminentes conflictos entre poblaciones, por el precioso líquido.
Un día de 1997, entrevisté al doctor Francisco Rafael Castro Schott, reconocido químico salvadoreño e investigador científico, y sus declaraciones me parecieron preocupantes; sobre todo, al pronosticar “una inminente e inevitable guerra por el agua”.
Bajo el titular “Escasez y contaminación: El Salvador al borde de la guerra por el agua”, en el diario El Mundo (setiembre 15/1997), publiqué la entrevista a Castro Schott. Sus primeras afirmaciones, no podían ser más desalentadoras: “En El Salvador estamos en el inicio de la guerra por el agua (el subrayado es mío), habrá que repetirlo, con espíritu ciudadano y convicción académica” me dijo con sinceridad científica.
Será la guerra de unos contra otros, de comunidades contra comunidades, de instituciones contra instituciones, y, ante la escasez y contaminación del agua, el imperativo es volver por la defensa de los mantos acuíferos que vayan quedando, como una situación generalizada no sólo a nivel de algunas zonas, sino del territorio en general. “Es la consecuencia de la devastadora e implacable deforestación -me dijo Castro Schott- como también de la falta de tratamiento adecuado del agua, para evitar su contaminación”.
Al preguntarle sobre la contaminación del agua, Castro Schott se refirió a lo que él llamó una “Propuesta para purificar el agua”. “Propongo -me dijo- el saneamiento del agua de ríos, lagunas y pozos, usando la semilla de la Moringa Oleifera (contenido de su más reciente trabajo de investigación científica)…”, agregando que “la Moringa Oleifera (nombre científico) es conocida en El Salvador como Terebinto, Marango, Jacinto o Rábano Picante, muy conocida en sitios como La Herradura, El Paisnal y la Zona Oriental del país…”
“Una sola semilla molida de Moringa, que equivale a 200 miligramos, es suficiente -me dijo- para purificar un litro de agua, eliminando los coliformes de todo tipo e inclusive la cercaría (larva que ni siquiera el cloro puede matar). Incluso, aplicada a una muestra de agua de cloaca, la semilla de Moringa dejó en cero el nivel de coliformes fecales. Pero, además de efectivo -continuó Castro Shott- el método de desinfección con esta semilla es sumamente económico. Según cálculos, purificar 10 mil metros cúbicos de agua tendría un costo de apenas 30 centavos de dólar. Otra ventaja: constituye una alternativa completamente natural, lo cual la hace preferible frente a opciones como el cloro y otras sustancias químicas…”
Reiterando la urgencia de un estudio integral sobre el agua, finalizó mi entrevista con Castro Shott. Otros investigadores quizás tomen sus ideas y puedan impulsar proyectos sobre el manejo y tratamiento del agua, para bien de la población y del sistema ambiental.