Tarjeta de Año Nuevo
El 2020 ha sido para mí uno de los mejores años de la década que acaba. El encierro forzado de los primeros meses me hizo meditar sobre mi vida de un modo más agudo que el habitual, además de que, paradójicamente, me permitió servir de mejor manera a mi querida Universidad de San Carlos de Guatemala, esta vez como coordinador de la Comisión Universitaria para el Bicentenario de la Independencia de Centroamérica.
Mi gratitud a la USAC y al Consejo Superior Universitario es grande. En el 2017 me otorgó el título de Doctor Honoris Causa y en el 2018 el grado de Profesor Emérito. ¿Qué más puede pedir un chapín de la única institución nacional en la que despunta la autonomía intelectual, la libertad de cátedra, de expresión y creatividad, y que es el único bastión de la educación pública en el país?
Por ello me complace entregarle al Alma Mater mis más recientes productos académicos, a fin de que los utilice libremente: En 2017, la Editorial Cultura publicó mi libro Estética y política de la interculturalidad y el Museo de Arte Contemporáneo de Santa Bárbara, California editó en inglés y español el volumen Guatemala desde 33,000 km. Arte contemporáneo de 1960 al presente, el cual contiene dos ensayos míos titulados “Poder e imposición en el arte moderno de Guatemala” y “El problema de la etnicidad en el arte contemporáneo de Guatemala”. En 2019, la Universidad de Oxford lanzó la Oxford Research Encyclopedia of Politics, en la cual la entrada sobre Guatemala es de mi autoría y se titula “Guatemala’s struggle for justice”. En 2020, la Universidad Autónoma del Estado de México publicó el libro Ética y estética de la violencia. Estudios críticos y entrevistas sobre la obra literaria de Mario Roberto Morales. Y también en 2020, la Real Academia Española tiró la Edición Conmemorativa de El Señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias, entre cuyos estudios críticos figura uno mío llamado “El Señor Presidente o las transfiguraciones del deseo de Miguel (Cara de) Ángel Asturias”.
Como columnista he impulsado, entre otros, los debates sobre la crítica de la izquierda, el multiculturalismo, la corrección política, el neoliberalismo, las culturas populares, la industria cultural y el intelicidio. Y creo que en los últimos años he logrado esclarecer a mis lectores la aplicación geoestratégica de la infame “teoría de la acción política no-violenta” y sus combinaciones de las técnicas de los golpes de Estado blandos y las revoluciones de color para quitar y poner gobiernos. Esto también se lo dedico a la USAC, a sus estudiantes, docentes e investigadores, con quienes he intercambiado criterios al respecto en conferencias, lecciones inaugurales y seminarios presenciales y virtuales.
Me preparo entonces para despedir este año, agradecido por lo realizado y de que todo esté voluntariamente al servicio de mi universidad, la cual, a pesar de las dificultades que como casa de estudios pública tiene, en especial debido al regateo por parte de los más recientes gobiernos de su constitucional presupuesto y de las luchas internas que como institución democrática acusa desde siempre, sigue siendo el único espacio nacional en el que la libertad de expresión y de creatividad se ejercen de la manera más digna posible.
Agradezco pues a la USAC la oportunidad de realizarme intelectualmente también en mi país y de hacer posible que contradiga la torva sentencia bíblica de que ―por maligna y renegada ley fatal― nadie es profeta en su tierra. ¡Feliz 2021!