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Adiós periodista Doris Molina (La negra)

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Adiós Doris, mi negra, gracias por todos tus momentos, por tus regaños, gracias, por tu ejemplo, te cumplí en parte lo que me pediste y la otra parte se la dejo al tiempo

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Murió la periodista y abogada Doris Elizabeth Molina. Quienes la conocimos te decíamos: negra con todo en implícito cariño por el despojo que siempre te caracterizó, desde tus años de estudiante en la Universidad del El Salvador, donde se graduaste como licenciada en Periodismo, en la promoción del grupo y discípula del  Máster Mario Alfredo Cantarero, posteriormente te convertiste en abogada y notaria ante tu permanente e indetenible manera de formarte académicamente para servir a los demás.

Me sobrarían las palabras en este momento de tantas vivencias, como los años en que incursionamos en varios frentes de guerra cubriendo noticias, siempre tenías el coraje y nunca te amilanaste para que llegáramos y saliéramos del lugar de destino, eso incluye una incursión en 1990 en el frente oriental de Chalatenango, cuando caminamos bajo la lluvia desde la salida de Chalatenango, hasta Arca tao, pasando por los Ranchos, Guarjila, San José las Flores, Nueva Trinidad, El Sumpúl. Salimos ilesos y registramos toda esa cobertura de manera intensa e incluso trajimos un comunicado de las comunidades, por los agravios que el ejército había cometido contra los repobladores, en los hechos de la semana del domingo el Arzobispo Arturo Rivera Damas, denunció esos hechos y yo recuerdo tu valentía con la que actuaste mientras nosotros pensábamos en retroceder, vos negra te mantuviste firme. Nuestra última cobertura como equipo de prensa fue el golpe de Estado contra Manuel Zelaya en Honduras.

Supe de tu despojo como amiga, sé de tu gran interés por ayudar a los demás, cuando no teníamos comida, siempre aparecías con una dotación, con una ayuda, fuiste formadora de nuevos cuadros periodísticos y durante muchos años antes de que la guerra terminara fuiste la voz oficial del programa “Despertar Campesino” que durante muchos años se transmitió por la YSKL a partir de la 4:00 de la madrugada hasta la 5:00 am, cuantas anécdotas pasaron entonces.

Amiga periodista, siempre ayudando a otros, por vos conocí gente excepcional, como cuando me llevaste a conocer a los pobladores de una comunidad a Tamanique, sé del lote de comida que siempre les llevabas los fines de semana y de cómo ayudaste a los jóvenes a quien decidiste respaldar con sus estudios y lo buenos estudiantes que fueron, pues aprovecharon tu ayuda al graduarse con honores.

Conocí de tus amores y de tus desilusiones,  de tu anhelos, aciertos y desaciertos, de lo bueno que eras para bailar salsa, de tu interés por conocer Alaska, de la veces que viajamos juntos a Nueva York y de los fines de semana que concurríamos al mar, para desconectarnos de la vida intensa de la urbe capitalina, me diste albergue en tu casa en momentos de peligro cuando lo necesite y en tu mesa sacie el hambre de los momentos de la soledad, siempre encontré tus palabras de ánimo y en tu elocuentes expresiones la motivación para no sentirme derrotado por la soledad de la vida.

Amiga, aunque solías decirme, yo no soy tu amiga, soy tu hermana, siempre pensé que sería al revés la despedida, que serías tú la que concurrías a mi entierro, gracias por haberme dado la confianza de conocerte y compartirte, sobre todo sé que fuiste  un tremendo ser humano,  tu madre, tus hermanos y toda tu familia siempre fueron importantes, jamás olvidaré esa enseñanza familiar que revelaste cuando durante la ofensiva los concentraste a todos para protegerlos y de cómo planificabas tu gastos semanales y lo ordenada que eras para los gastos de tus finanzas.

Adiós Doris, mi negra,  gracias por todos tus momentos, por tus regaños, gracias, por tu ejemplo, te cumplí en parte lo que me pediste y la otra parte se la dejo al tiempo, gracias por augurarme que un día tu me casarías y por desearme lo mejor para mi hijo y mi esposa, me une la historia que vivimos compañera amorosa, solidaria, enfadada con la injusticia y enamorada de la vida, aprovecha de llenar de cielo tus pulmones, que tu nombre resonará en los confines del universo como una explosión de sonido ante tu encuentro con tus seres queridos y el creador de la historia. Hasta siempre, hermana periodista.                

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Rigoberto Chinchilla
Rigoberto Chinchilla
Periodista salvadoreño. Graduado en la Universidad de El Salvador (UES); colaborador y columnista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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