Aunque es imposible que un pueblo alcance consenso en contra de un determinado partido o partidos, a menudo alcanza mayoría en elecciones como para substituirlos y provocar alternabilidad en el gobierno de un país, lo cual no significa alteración alguna del sistema político, ni mucho menos del modelo económico. Este tipo de alternabilidad en el ejercicio del poder es frecuente en países como Estados Unidos, España e Inglaterra, donde partidos liberales, conservadores y hasta laboristas, se turnan en el gobierno de sus naciones, y aunque se trate de repúblicas o monarquías constitucionales mantienen estabilidad ciudadana. El Salvador ha experimentado una alternabilidad en el poder por casi tres décadas, pero no ha podido alcanzar estabilidad alguna. La violencia generada por la pobreza parece llevar al país de una situación crítica a caótica. Aunque la república ha progresado en ceñir su vida a un estado de derecho a partir de la negociación de la guerra, los tres poderes del estado no lo proyectan ni lo reconocen. Los resabios del despotismo de antes de la guerra civil aún tienen el modus operandis de sus partidos políticos.
La actual coyuntura dominada por las expectativas de los certámenes eleccionarios, ha ido de una distopía negativista en el seno del pueblo hacia una movilización crítica y protesta al sistema y su clase política. Aunque solo ha empezado a preocupar a la clase política e intelectualidad circunvecina, desde el momento que de adentro de tal movimiento se plantea el voto nulo o ausente para las próximas elecciones de diputados y alcaldes. No obstante el partido en el poder ha sido quien más se ha alarmado por tal iniciativa, el voto nulo no es necesariamente un voto de castigo al FMLN. En la introducción de su último comunicado a la membresía, el frente declara “tóxico” el ambiente. Es esa falta de análisis, que lo hace combatirlo a lo ciego y desde las mismas torres y con los mismos alfiles, caballos y peones — y por supuesto, por los mismos reyes y reinas que por hoy tiene y cree proteger. Si bien hay razones para darse por aludido, no hay razón para no haber dado una mejor batalla, ya que unos meses atrás tenía todo ganado. Un candidato escogido en elecciones primarias por los miembros del FMLN no solo le hubiera dejado la alcaldía capitalina, sino un candidato presidencial más fuerte y un partido más dinámico.
¿Que podría hacernos pensar que el voto nulo es un voto de castigo el FMLN? Si bien no ha hecho lo que prometió como organización política anti-sistema, como gobierno el frente ha tenido mejor agenda que ARENA. A criterio de muchos de sus miembros históricos, el frente ha seguido la implementación del neoliberalismo en el país con los recorte a los subsidios de gas, electricidad y transporte a sugerencia de organismos internacionales y por supuesto su apoyo en la asamblea de las AFPs. Si bien ha implementado una agenda infraestructural y programas agrarios superior a los de ARENA, no ha logrado difundirlos ni dirigirlos como para merecer indisputablemente reelegirse. Sus obras monumentales favorecen más a sus detractores que a los pobres de la capital. Sus incipientes obras de mitigación y habilitación agrícola como los reservorios y distribución de pilones de cafeto entre caficultores no se han dado a conocer lo suficiente. El descontento de los 148 mil afectados por los últimos recortes al subsidio de electricidad, y por los aumentos en el servicio telefónico, ha pesado mucho más en la población proclive a votar nulo. La decisión de no ir a votar o votar nulo, no necesariamente es un voto de castigo al frente, porque es claro que lo que lo ha amarrado para no ser consecuente con sus promesas de campaña, independientemente de sus manzanas podridas, han sido sus compromisos con partidos pequeños y la habilidad de ARENA de paralizarlo. Un mejor uso de las redes sociales le hubiera reportado más rédito contra el amarillismo de LPG, EDH y los canales de tv corporativos.
En elecciones anteriores, el FMLN ha movilizado no solo a su voto duro, sino al de aquellos que aunque están fuera de sus filas, por principio nunca votarían por Arena. Es esto lo que puede cambiar el 4 de marzo. El voto nulo o ausente en estas elecciones se ha vuelto una demostración política efectiva. Porque el voto nulo le permite al ciudadano expresar descontento no solo con el frente, sino con ARENA y toda la clase política que ha demostrado hasta la saciedad que no les importa ningún proyecto de nación. El voto en estas elecciones va aprobar o desaprobar a la clase política. El hecho que la idea del voto nulo haya salido de una reacción a un discurso de Nayib Bukele y este lo asintiera y agitara al respecto, no lo hace una iniciativa anti-electoral, ni antisistema o anti-política. Al contrario el voto nulo ha pasado de ser instrumento electoral a ser instrumento político en esta campaña, independientemente que a la hora del conteo sea menor al esperado. Anti sistema y anti-elecciones era el Bloque Popular Revolucionario en los años setentas, aunque nunca lo expresó votando nulo, sino quemando urnas y con pintas.