Inicio de la lucha armada y la guerra popular, vías de nuestra Revolución
Hoy hace 59 años, un grupo de dignos oficiales del ejército se rebelaron contra la corrupción militar-oligárquica y el anticonstitucional uso castrense del territorio nacional para fines de invasión a un país extranjero. Estos desmanes estaban personificados en el general Miguel Ydígoras Fuentes, quien facilitaba nuestro país para que se entrenaran mercenarios que participarían en una sonoramente fallida invasión a Cuba, la cual acabó en la vergonzosa derrota de Bahía de Cochinos.
El intento de golpe de Estado del 13 de noviembre también fracasó; Ydígoras otorgó amnistía a los alzados, a la cual la mayoría se plegó (firmando así el fin de sus carreras militares); pero un puñado de ellos (Yon Sosa, Turcios Lima y Luis Trejo, entre otros), recurrieron a la guerra de guerrillas para seguir luchando contra el régimen militar-oligárquico.
Este hecho marcó el inicio de la guerra civil como continuación de la truncada Revolución de Octubre, de 1944. Y cuando estudiantes de la USAC, vinculados a la juventud comunista, entre los que estaba César Montes, se unieron a las guerrillas de Yon y Turcios e iniciaron hostilidades contra el ejército en 1962, el movimiento adquirió rasgos socialistas, sobre todo por la influencia irresistible de la Revolución Cubana.
El 13 de noviembre de 1960 es una fecha que no sólo reveló al ejército como secreto reservorio de escasos patriotas que formaban una línea de continuidad con la visión de país democrático y antioligárquico de Arbenz, sino también fue ocasión de una efectiva alianza cívico-militar que resultó determinante para que el movimiento guerrillero de los 60 pusiera en jaque a un ejército en manos de oficiales serviles a los intereses oligárquicos. Este hecho amenaza con repetirse ante la represión popular que anuncia la ola fascista del 2020.
La fecha marcó pues el inicio de la mayor gesta popular de nuestra historia, la cual, no por haber sido derrotada mediante un genocidio sin parangón en América Latina, deja de constituir el cimiento ejemplar de las luchas populares posteriores, sobre todo de las actuales y, en especial, de las campesinas que reivindican tierra y territorio (no sólo inocuos culturalismos ligados a la cooperación internacional) y que pugnan por un Estado plurinacional en el que, mediante un proceso de Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional, todos los pueblos (originarios o no), sectores y clases estén representados en un magno Congreso. Esto, a pesar del cruento golpe militar que acabó con este exitoso experimento en Bolivia.
¡Honremos a los héroes de la revolución democrática (1944-54), la lucha armada (1960-68) y la guerra popular (1972-96) porque ellos viven en los mártires del Estado plurinacional! ¡Con la América Latina en lucha, la Revolución Guatemalteca sigue!