Tanto los niños como los jóvenes necesitan vacaciones, un merecido tiempo para descansar y relajarse. Ese tiempo llega con el receso escolar, aunque esto no implica necesariamente que en ese período el alumno deba dejar de aprender. Todo lo contrario, lo puede hacer de diferentes formas, pero para eso es fundamental la planificación y el rol activo de los padres, que en la mayoría de los casos seguirán trabajando mientras sus hijos están en tiempo de descanso. No todo pasa por mandarlos a un campamento de verano y olvidarse del asunto.
Los niños necesitan distracciones, sobre todo los más pequeños. A menor edad, necesita más recreaciones. A medida que el niño va creciendo, lógicamente puede soportar períodos más largos de actividad de estudio, pero siempre se recomienda un descanso, incluso a la salida del bachillerato o ya en la universidad. Por supuesto, hay carreras que permiten una pausa y otras, como Medicina o Ingeniería, que son mucho más asfixiantes.
Nunca es saludable mentalmente desconectarse al 100% de lo académico en el tiempo de las vacaciones. Por eso es necesario implementar tareas que combinen aprendizaje con música y actividades -tanto lúdicas como educativas- pues esto estimulará para siempre el deseo de saber. Lo que se busca es lograr que el ser humano disfrute del proceso del aprendizaje, que incorpore conocimientos y que adquiera el placer del saber.
La decisión de qué hacer con los niños en las vacaciones no debe tomarse a la ligera por parte de los padres. Si solamente los ponen a leer, a hacer números o a repasar las materias que perdieron en el año escolar podría generar una frustración grande y las vacaciones acabarían siendo una tortura
Lo ideal es mezclar dichas tareas con actividades deportivas, musicales, baile, campamentos o salidas. Incluso si la familia no tiene presupuesto para costear esas actividades externas -generalmente relacionadas a campamentos de verano-, se pueden programar actividades en el hogar sin costo alguno: ver uno o dos de sus programas favoritos, hablar por teléfono, aprovechar la computadora y las redes sociales. Yo siempre insisto en algo: las actividades tienen que ser siempre platicadas, porque si son impuestas no funcionarán. Hay que consensuar con ellos, dependiendo de la edad.
Todo esto, por supuesto, requiere una programación de las actividades diarias y cierta supervisión de parte de los padres o algún encargado idóneo como tíos o abuelos. No se recomienda alcahuetas, ya que es contraproducente para la crianza, sobre todo si deseamos formar adultos felices que disfruten aprender y trabajar más en forma en el momento requerido.
En El Salvador la mayoría de padres tienen que trabajar en época de vacación escolar y resulta un poco difícil ponerlos en actividades donde el costo es elevado e inaccesible para muchos, sobre todo si hablamos de hijos de personas que trabajan en maquilas, en el mercado o negocios informales, por lo que, casi por obligación, tienen que trabajar y regresan a casa muy tarde. A veces no es cuestión de presupuesto sino de organización.
En mi caso personal, mis hijos estaban en dos kinders de pequeños, pues yo trabajaba mucho. Uno en horario normal y otro como especie de guardería. Claro, yo podía costearlo, pero no son todos los casos. Si se quedan en casa y solo está la empleada, hay que ver cómo se logra. La ventaja es que actualmente con la tecnología hasta puede invertir en alguna cámara o messenger para que exista la supervisión o interacción a la distancia. Es importante crear hábitos, porque a medida que el niño madure, él solo aprenderá a seguir unas normas y un sistema programado de estudios y distracción. La idea, en definitiva, es organizarles un poco la vida, algo que nos cuesta tanto a los salvadoreños.