Una lámpara como la de Diógenes

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El filósofo griego Diógenes de Sinope, apodado el Cí­nico (412 A.C.), salió con una lámpara encendida en pleno mediodí­a, según decí­a para “buscar y encontrar al hombre”; es decir, al hombre de veras í­ntegro: probo, capaz, honesto… como necesidad urgente para bien de la humanidad…

La ironí­a de Diógenes, en cuanto a salir en pleno dí­a con la lámpara encendida; y más, su pretensión de encontrar al hombre í­ntegro, más que una burla del filósofo, puede entenderse como una lección/reflexión, que promueva un giro en la conducta individual de cada ser humano, especialmente de los dirigentes polí­ticos y funcionarios  manejadores de la cosa pública, hacia el necesario y buen comportamiento integral.  

Esto en El Salvador, serí­a utopí­a total. Soñar no cuesta nada. Pero, una lámpara así­ -aun con destellos mí­nimos- que lograra “buscar y encontrar al hombre” (hombre en el sentido total de la integralidad, o algo aproximado), serí­a la mayor aspiración y logro de un pueblo libre.

El paí­s entero -y más, la población laboriosa y honrada- serí­a el beneficiario total, con dirigentes polí­ticos que -en un solo haz- tendieran su mano colectiva hacia la unidad, el entendimiento y la armoní­a entre los salvadoreños; aun entre los contendientes polí­ticos más acérrimos, quienes, por alguna razón, han visto -y ven- como enemigo al opositor, y no como fraternal contendiente.

La situación socio polí­tica actual del paí­s, demanda esa reflexión. La población entera esperarí­a agradecida el gesto armónico, noble, honesto y propositivo de los funcionarios de elección popular -actuales y los próximos a asumir el 1º.de junio- e igual de los de elecciones de segundo grado, actuales y próximos a ser electos, para borrar décadas amargas de menosprecio e insulto a su dignidad e inteligencia.

No más actos de corrupción/impunidad erosionando la ya pobre economí­a nacional, mediante uso y abuso de la cosa pública; no más favoritismo en sentencias judiciales según la posición social del enjuiciado (cárcel para delitos de hurto y arresto domiciliar con “mediditas sustitutivas” para delitos como lavado de dinero); no más nepotismo y, además, que las plazas se otorguen bajo el criterio de el hombre para el puesto y no el puesto para el hombre…

No más abuso de poder, ni prepotencia de algunos funcionarios y profesionales, quienes en sus exposiciones públicas y en los medios de comunicación, al querer descalificar -si ningún fundamento- las cualidades del opositor, intentan lucirse con un mal chiste/insulto ante oyentes y lectores, sin percatarse de que su “humorismo” en vez de acarrear simpatí­a, logra todo lo contrario… el Humorismo en Comunicaciones no es poca cosa, es cosa de pocos…

No más el conformismo de una sociedad creciendo en el oscurantismo cultural, por la falta de la atención oficial debida a las áreas de la cultura y la educación (es contradictorio el menosprecio a la docencia en todos los niveles, con salarios que dan pena, comparados con los de tantos diputados que nada aportan al paí­s); y no más la tendencia al adormecimiento de la sociedad, por la añeja falta de veracidad e imparcialidad de los grandes medios de comunicación social impresos, y sus evidentes giros partidarios.

El Salvador necesita, ahora más que nunca, unidad. Y una lámpara -en sentido figurado- como la de Diógenes “para buscar a los hombres”  probos, identificados con la justicia y la libertad, para bien del paí­s entero. Hombres  que, en aras de la paz y la reconciliación, desentrañen -con justicia- los numerosos casos pendientes de capturas, torturas y crí­menes de guerra, consecuentes con el proceso de justicia/verdad/perdón/reparación/reconciliación.

Ojalá que, contrario a las descalificaciones de unos a otros sin ningún fundamento y a malos augurios y pronósticos fatalistas, los destellos imaginarios de una lámpara como la de Diógenes, con patriotismo y sensatez solidaria, contribuyan al progreso integral y al respeto debido a la dignidad e inteligencia del pueblo salvadoreño.

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Renán Alcides Orellana
Renán Alcides Orellana
Académico, escritor y periodista salvadoreño. Ha publicado más de 10 libros de novelas, ensayos y poemas. Es columnista de ContraPunto
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