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Una dictadura de extrema derecha en Guatemala

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En un pueblo aplastado por dos facciones de su misma oligarquía

El arzuismo ―la facción atrasada, anticomunista, militarista y ultraconservadora de la oligarquía neoliberal guatemalteca― le asestó otro duro golpe al dionisismo ―la facción progre, corporativizada y “democrática” de la misma― con su asalto final al Ministerio Público y al control del sistema de justicia, mediante la destitución del último fiscal que le quedaba allí al dionisismo. Con ello, la guerra legalista intraoligárquica ―que viene librándose desde el 2015― acaba dándole la victoria al arzuismo, el cual consolida así su dictadura de extrema derecha fascista en el país.

Esto ocurre gracias a la inercia del apoyo que la facción más derechista del Partido Republicano gringo le proporcionó a los arzuistas en tiempo de Trump. Pero como al dionisismo lo apoya la facción financiera-globalista del Partido Demócrata ―hoy en el poder con Biden y sus figuras tutelares: Clinton, Obama, Rothschild-Rockefeller-Soros―, muchos esperan que esta situación de dictadura legalista cambie pronto por presión gringa vía Kamala Harris o alguna otra criatura del bosque encantado de la diplomacia del garrote.

Esto, empero, no parece probable, ya que, a pesar de los desmanes sin nombre que el actual gobierno arzuista perpetra amparado en la “pandemia” y en el control de los tres poderes del Estado, los netcenters del dionisismo no se activan para revivir “la plaza” y repetir la revolución de colores y el golpe de Estado blando del 2015. Los únicos que asisten a ese lugar los sábados son los pocos bienintencionados patriotas carentes de perspectiva geopolítica, mientras el gobierno los ignora y sigue saqueando las arcas públicas amparado en la “pandemia”. También promueve leyes en el Congreso para favorecer al fundamentalismo protestante, a los oligarcas fascistas y a la maloliente clase política que corrompe el Estado.

La razón de que el dionisismo no active sus netcenters para revivir “la plaza” es que, por lo visto, la potencia geopolítica no está interesada en otro simulacro de derrocamiento “popular” de un presidente “democráticamente” electo ―aunque se trate del ridículo presidente actual― e insiste en que las dos facciones oligárquicas locales negocien entre sí. Con la rebeldía de derecha de Bukele tiene ya mucho entre manos, y no quiere que el control sobre la narcoactividad en el Triángulo Norte se le escape a la DEA sólo por las necias pugnas interderechistas de los torpes oligarcas de su traspatio chapín.

Con una ciudadanía paralizada por la saturación de información falsa, el campo popular organizado tampoco reacciona ante nada porque está financiado por agencias de cooperación del capital especulativo global. Por ejemplo, la OSF, el NED, el NIMD, la USAID y un largo etcétera. A estas agencias les interesa mantener activo un simulacro de sociedad civil desunida y compitiendo entre sí por sus financiamientos, los cuales se circunscriben a apoyar causas culturalistas y a “capacitar” líderes populares en “cultura democrática”. A estos activismos contrainsurgentes quedó reducida lo que fue la izquierda revolucionaria ―ahora convertida en un alegre oenegismo rosado―, liderada por la derecha progre dionisista en otro simulacro: la “lucha contra la corrupción y la impunidad”, generosamente financiada por las mismas agencias.

Nos aplasta la dictadura. Sólo nos queda partir las aguas con un movimiento de interés nacional interclasista e interétnico, democrático y autónomo, y un partido tan grande que haga imposible el fraude electoral.

www.mariorobertomorales.info

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Mario Roberto Morales
Mario Roberto Morales
Escritor, periodista y catedrático guatemalteco; ha sido Premio Nacional de Literatura de Guatemala. Ha escrito novelas, cuentos y ensayos

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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