Estamos a pocos días que dé inicio un nuevo período presidencial, bajo la conducción de un nuevo Presidente, que resultó electo con la mayoría de los votos válidos, y quien ha demostrado ser más que una burbuja o un fenómeno de las redes sociales y quien, además, en este momento, cuenta con un respaldo ciudadano muy importante.
El hecho que el Presidente electo haya llegado por un nuevo vehículo al Órgano Ejecutivo, rompiendo con 30 años de dominio de los partidos tradicionales, ha generado una enorme cantidad de expectativas y también algún nivel de incertidumbre; lo que es cierto es que en este proceso a muchos se nos olvida que un mejor país no es responsabilidad exclusiva del Presidente, esto es una responsabilidad compartida entre todos los salvadoreños, independientemente de que estemos o no a su favor.
Para el Presidente electo una de las grandes responsabilidades -y oportunidades- es la construcción de puentes con los diferentes actores del país, para generar grandes acuerdos de país, que permitan abordar temas clave como la seguridad, la economía, el empleo, la salud y la educación, por mencionar algunos, acuerdos que deberían trascender el período presidencial, esta claro que necesitamos asegurar un mejor El Salvador para las generaciones futuras, eso no lo lograremos inventando cada cinco años un nuevo proyecto de país. Deberá también demostrar que se puede gobernar para todos y no solo para quienes de alguna u otra forma simpatizan con sus principios, ideales y estilo, dejando atrás la vieja práctica de los discursos de odio y ataques que tanto costo le han traído al país.
Para quienes ahora conformarán la denominada “oposición”, se presenta la oportunidad histórica de demostrar que existe madurez política, y que la lucha antagónica ya quedó en el pasado, llegó el momento de trabajar por el país y demostrar que de los errores se aprende, y asumir la responsabilidad de convertirse en una oposición crítica y responsable, que permita la concreción de esos grandes acuerdos, apoyando cuando sea oportuno, proponiendo nuevas y mejores formas de hacer las cosas, y en general contribuyendo, desde los diferentes espacios, a que el aparato estatal funcione como debe funcionar, al servicio de la población, y no al servicio de pequeños grupos de poder, ya estamos cansados de esas prácticas, deben ejercer responsablemente su rol de oposición, y valorar la oportunidad de demostrar que desde cualquier espacio velarán por el bienestar común y no el particular.
La responsabilidad para los seguidores del Presidente electo es velar porque todas aquellas propuestas que les llevó a apoyar este proyecto, se cumplan de forma responsable, atendiendo las posibilidades y recursos del estado, velando porque se priorice a quienes, por diferentes razones, son los más vulnerables, deben convertirse en los contralores de este nuevo gobierno, al que consideraron como la opción más viable para el país, garantizando que su endoso no fue un cheque en blanco, sino el compromiso por lograr un mejor El Salvador.
Para las gremiales empresariales, los tanques de pensamiento, la academia, la sociedad civil organizada, y la ciudadanía en general, debemos ser protagonistas activos de lo que sucederá en el país, trabajar porque se generen más y mejores oportunidades para todos, promover la transparencia y eficacia del Estado y, sobre todo, velar porque la institucionalidad democrática que hemos alcanzado se fortalezca.
Retomando el símil que un buen amigo hace sobre que el país puede verse como un barco, si alguno de los tripulantes, en el rol que le corresponde, decide: no construir puentes, criticar o bloquear sin proponer, seguir ciegamente a alguien sin hacerle ver que las cosas se pueden hacer mejor, u optar por ser simples espectadores, estaríamos disparando balas de cañón contra el piso del barco, obviamente si se hunde el barco nos hundimos todos los que vamos en él, así que todos como sociedad deberemos asumir la responsabilidad que nos corresponde, independientemente de nuestra ideología o simpatía partidaria, haciendo las cosas bien desde cada espacio, procurando la construcción de grandes acuerdos de país, buscando puntos de equilibrio y dejando de lado tanto odio; no olvidemos se lo debemos a las futuras generaciones, pongámonos todos las botas y comencemos a trabajar por un mejor El Salvador.