O de cómo un país entero se convierte en estadio para espectáculos
El medieval dios Arzú y el posmoderno dios Dionisio ―así como sus respectivas facciones oligárquicas― pactaron y peregrinaron a comprar la bendición de EEUU para compartir el lucro del negocio de más mineras, hidroeléctricas y palma africana que implica el Plan para la Prosperidad, dejando así silbando en la loma a la lucrativa empresa Sociedad Civil Inc. (SOCINC), financiada por Soros, USAID, OXFAM, NIMD et al en su “lucha contra la corrupción”, a la cual había adherido la facción dionisíaca de la oligarquía aliándose con la izquierda rosada, comprando su impunidad ante la CICIG por medio del pago de impuestos atrasados, y enviando a su juventud de derecha lila a bailar a la plaza junto a los corruptos millennials rosados. Ahora más que nunca, la SOCINC debe justificar sus financiamientos, igual que la CICIG y el MP, por lo que los bandos en pugna ―los niños corruptos y los niños incorruptibles― iniciaron una alegre guerrita de dame que te doy, en la que instrumentalizan a gusto las instituciones “democráticas” de este ex-país que ahora apenas llega a paraje. Veamos cómo lo hacen.
Para neutralizar la petición de antejuicio lanzada por Iván Velásquez, Arzú le compra el congreso a su hijo y, acto seguido, la CICIG le arma un antejuicio al vicepresidente de esa recién comprada tribuna. Luego, Arzú hace que despidan al jefe de la SAT (adepto de la SOCINC), y de inmediato la CICIG destapa un caso de corrupción en ese organismo, y pasa a la ofensiva propiciando la captura del exministro de la defensa, a lo que Arzú responde haciendo que el presidente de la república destituya al ministro de gobernación (también adepto de la SOCINC) y nombre a un notorio cuadro pro-oligárquico en su lugar. En ese momento, asesinan “misteriosamente” al “Pupo” Sierra (¡!). Y luego, la CC (adepta a la SOCINC) invalida la elección del comprado congreso. Mientras, la ciudadanía observa desde su ignorancia y su miedo esta película de buenos y malos, en la que ―como siempre― los buenos y los malos son actores bajo un solo director, y en la que ―como siempre― ganan los ricos y sus lacayos y pierden los pobres.
El recién fundado consorcio Arzú Inc., Dionisio Inc. y Sociedad Civil Inc. juega pues a gusto con la pelota de la justicia, la ley y el poder ejecutivo, poniendo en escena el vistoso simulacro de la “lucha contra la corrupción” (por un lado) y el de la “defensa de la institucionalidad” (por el otro). La distraída ciudadanía no se percata de que la corrupción no es la causa de los problemas de su país, sino el efecto de un sistema económico corrupto que necesita de un Estado corrupto para funcionar y que, por lo mismo, urge transformar mediante un instrumento político vasto y unitario que parta las aguas y pare este juego de pelota macabro en el que sólo ganan los oligarcas y los oportunistas del izquierdoderechismo rosalila, congregados en la iglesia Casa de Soros para mayor gloria del capital especulativo transnacional.
En esta coyuntura y ante la próxima elección de Fiscal General, es urgente impulsar a un candidato que no encaje en este cínico juego bipolar cuya solución será la restauración oligárquica pintadita de rosado. Lo podrían hacer los decanos de las facultades de Derecho apoyándose en las asociaciones estudiantiles no-rosalilas, las organizaciones obrero-campesinas no financiadas por la oligarquía ni la cooperación internacional, y en un grupo de notables probos y autónomos.