Poco tiempo ha pasado desde que a finales del 2015 la Universidad de El Salvador emprendía una intensa batalla en defensa del derecho a la Autonomía Universitaria. Aquellas movilizaciones donde estudiantes, docentes y trabajadores se abocaron ante la Corte Suprema de Justicia para reclamar el derecho que nuestra constitución, en su artículo 61, le confiere a la única universidad pública de nuestro país.
Para ese entonces fungía como vicepresidente de la Asamblea General Universitaria, y junto a cientos de universitarios adquiríamos el compromiso de luchar contra el mayor organismo defensor de la derecha y la clase hegemónica de este país: La Sala de lo Constitucional. El final, quizá no de todos conocidos, pero la Universidad venció.
Hoy el tiempo y la historia nos dan la razón. Luego de décadas de una Universidad desentendida de los problemas de los sectores más populares, se abre la posibilidad de retornar al verdadero carácter histórico que le corresponde a nuestra Alma Máter, la de ser defensora de los derechos del pueblo, de las causas justas, reivindicar a los más necesitados, a través de acciones que involucren el estudio científico de las problemáticas sociales y el reclamo para la construcción de una sociedad más justa. La Universidad ha comprendido que debe ser vanguardia de un pueblo que día a día sufre los atropellos de los sectores poderosos de este país.
La marcha del 14 de junio de 2018 queda ya escrita en los libros de la historia reciente, donde miles de estudiantes, trabajadores y docentes, liderados por el Rector Roger Arias, sus Vicerrectores y demás autoridades Universitarias, se manifestaron a favor del derecho humano al agua, al entender que la administración de vital líquido no puede estar en manos de la empresa privada, puesto que el agua es un recurso de interés social, un bien común, no una mercancía.
La gesta de los miembros de la comunidad universitaria merece especial atención, la U ha despertado, y en un momento crucial; ya lo decía nuestro Rector: "Esto es solo una muestra de ese músculo poderoso de la Universidad de El Salvador; este es apenas un codazo del gigante que estaba dormido, pero que despertó, y es el inicio de una ofensiva que no tendrá fin hasta evitar la privatización del agua".
Nuestra UES ha demostrado que la verdadera academia se construye al lado de las mayorías, que se están generando chispas de lo que pronto podría volver a ser un faro de conciencia crítica que alumbre el rumbo correcto de nuestro país.
¡Pueblo escucha, la UES está en la lucha!