Por Nelson López Rojas.
Las plataformas de citas en línea como Tinder, Bumble y Hinge han venido a democratizar la forma en que conocemos a los demás, románticamente. Las apps ofrecen servicios básicos gratis y eso quita las barreras financieras para su uso. Puede también resultar beneficioso para los que “solo andan viendo” y el chat puede ser un buen inicio para los tímidos que no se atreven a hablar con alguien en persona.
La pandemia incrementó el uso de estas plataformas y el encierro o la soledad hizo que la gente acudiera a ellas. Esto causó que Tinder llegara a 75 millones de usuarios en el primer trimestre de este año, haciéndola la app más cotizada.
La generación Z, es decir la gente que anda en sus 20s, ha crecido con el internet y todo lo que implica: pagos y compras en línea, conciertos, partidos, clases y, pues, citas. Todo esto sin tener que salir de casa ni interactuar con los demás en persona, sino mayormente por chat. Es así como, cuando llegan a la universidad y tienen que hablar con los otros, surgen episodios de ansiedad pues están fuera de su zona de confort. He aquí donde las citas por plataformas en línea se vuelven útiles.
Tradicionalmente, Tinder ha sido una app para fornicadores y adúlteros, para gente que no quiere nada serio. Hay gente que sí ha encontrado el amor en ella, pero no es ese su fin. Al igual que Facebook, WhatsApp e Instagram, la gente —tanto casados o solteros, albañiles o pastores, campesinas o ejecutivas— ven los perfiles y las fotos de los demás tal cual catálogo de ofertas y le da sus “likes” a las fotos que les parecen atractivas. Ahí es donde comienzan temas de conversación y que, si se vuelven muy subidos de tono, los usuarios las borran o las ocultan. Y ahí también es donde las parejas comienzan las discusiones de infidelidad, celos y rupturas.
El sueño de muchas es tener una cuenta en OnlyFans, hacerla rentable con desnudos y no tener que trabajar más en su vida. Hay personas que ven cómo los demás pueden facturar en plataformas digitales, tener un estilo de vida opulento y aparentar la felicidad y se desviven por la envidia del éxito ajeno. Como todo, alcanzar el éxito entre tantos tiktokers, youtubers y creadores de contenido en OnlyFans no es para todos. Al frustrarse por no poder monetizar lo que otros sí, muchos usuarios se vuelcan a las redes en búsqueda de su sugar daddy o sugar mommy.
Un amigo me cuenta su experiencia con citas en Tinder y me dice que cuando sale con hombres más jóvenes, estos le piden y hasta le exigen ciertos lujos a tal punto de querer intercambiar compañía o afecto por dinero. Otra amiga Gen Z me cuenta que por la soledad se metió a Tinder esperando llenar ese vacío, pero que lo único que obtuvo fueron romances efímeros en una noche de sexo riesgosa con extraños que la invitaban a unos tragos o a lo mucho a una cena. Es decir, hay gente que con tal de conseguir unos cuántos dólares o un aire de estatus hace lo que sea, con quien sea. ¿Es diferente esto de la prostitución tradicional?
Sea como fuese, el mundo de las citas en línea seguirá siendo popular mientras haya gente insatisfecha emocional o económicamente y mientras haya aquellos pudientes que agregan criaturas a su colección que estén dispuestas a lo que sea a cambio de una noche en la playa. Lo importante es estar consciente de lo que Tinder es y lo que se espera de la app, saber lo que uno quiere para no terminar con decepciones amorosas y, sobre todo, ser honesto con uno mismo y saber hasta dónde uno puede y quiere llegar para no terminar más dañado emocionalmente.