Memes, pláticas y publicaciones difunden nuevo término: feminazi. Hace referencia a feministas como sinónimo de histéricas con el agravante "nazi", asociación inmediata con cámara de gas, campo de concentración, Holocausto. Es grave y por eso reflexiono sobre el feminismo y su significado para mí.
En el colegio me hablaron de feminismo en Religión y Sociología. La perspectiva teórica me gustó y me identifiqué
Las circunstancias, hormonas y sueños me dispersaron del feminismo; regresó el miedo al término y me afectó ser considerada radical.
Iniciando mi vida profesional, Rosaída Siliézar me regaló, además de familia elegida, el reencuentro con el feminismo. Su amor, claridad, sentido del humor y conocimientos del tema me acercaron al feminismo salvadoreño; tuvo paciencia a mi ignorancia y arrogancia-juventud.
Su ejemplo dio rumbo a mi vida colapsada por las circunstancias e inexperiencia. Me permitió equivocarme y respetó mis procesos. También conocí a otras feministas maravillosas: Gilda, Beiby, Neus, Rocío, Raquel, América, entre otras. Beiby me llevó a la Concertación Feminista Prudencia Ayala (CFPA), donde pedí, abusivamente que respetaran el estar y ser parte de la CFPA sin nombrarme feminista, así lo hicieron. América acompañó inventos que hacíamos con artistas en diálogos deliciosos por diferentes y honestos.
Días después, no recuerdo cuándo, tuve claro que necesitaba nombrarme feminista.
Me sentí parte de esas mujeres exigentes de penas más duras para violadores que presentaban plataformas electorales con demandas por la igualdad y equidad. Me di cuenta que ser loca, histérica y radical era maravilloso; la Rous lo vaticinó años atrás, su herencia feminista sigue regalándome a otras mujeres a quienes no les importa ser llamadas de manera despectiva, ahora "feminazis".
Este sistema patriarcal produce todavía agresores y agredidas, está reprobado cuantitativamente, produce funcionariado corrupto no importando de dónde provengan sus ideas, excluye juventudes para las cuales la muerte es su única familia, promueve religiones que castigan a las mujeres pobres y "justifican-perdonan" a los agresores sexuales por méritos, partidos, posición económica o académica; ese sistema me considera "feminazi".
Soy "feminazi" si serlo significa que no me acostumbro a ver las cifras de niñas embarazadas del 2014, 2015, 2016 o porque denuncio y me enfrento a los agresores sin importar su rango o su amistad conmigo; así como no me acostumbré de adolescente a ser definida por alguien externo y desde estereotipos. Sí, entonces soy "feminazi".
Rechazo el término y su odio implícito, mientras más odio refleja el término para desvirtuar el feminismo, más feminista me siento y puedo seguir heredando mi feminismo a otras que lo reciban como me sucedió con Rosaída.
Nómbrenme como sea, soy feliz cuando una joven sueña con "mostrar su talento al mundo", habla de "formar una familia con alguien que la respete" y antes de tener hijos sueña ser artista o cuando utilizamos las leyes que feministas han promovido para prevenir o denunciar violencia contra mujeres, entonces, perdón pero lo que soy es: Feminista.