Por Gabriel Otero
Me resisto a creer que un tercio de mi vida la he pasado dormido, 18.66 años intentando llegar a los sueños, habemos noctámbulos por naturaleza que nos resulta inadmisible perder ocho horas diarias en futilidades, en esas actividades pasivas que son tan necesarias para no llegar a la insania.
No es lo mismo dormir que soñar, uno no es consecuencia de lo otro, sin dormir sería imposible la higiene mental y la regeneración del cuerpo, el descanso obligado cuando los párpados nos vencen, pero ¿qué sería de nosotros sin el sueño? ¿podríamos vivir sin soñar? ¿soñaríamos sin vivir?
Querámoslo o no requerimos traspasar el umbral hacia lo onírico, cruzar el estado del movimiento ocular rápido(1) y llegar adonde todo es permisible: volar sin tener alas, nadar sumergido por horas sin tener branquias, sentirse omnipotente y fundar mundos paralelos, escuchar colores, ver sonidos, hurgar los orígenes del inconsciente, en síntesis, personificar y parafrasear el Cogito ergo sum de René Descartes: “Sueño, luego existo”.
Hay quien sueña despierto en momentos de abstracción extrema cuando ningún estímulo le perturba, a ellos se les llama soñadores y se les trata de forma despectiva, son los genios y los locos, solitarios y creativos, muchas veces incomprendidos pero que luego con el tamiz del tiempo son adorados e incluso venerados.
Los visionarios nos han beneficiado con la concreción de sus sueños, la raza humana depende de ambos, de gente sobresaliente que ha dado su vida por un sueño y de la libertad que conlleva el simple hecho de soñar como piedra angular de motivaciones personales y colectivas.
Porque los sueños nadie nos los quita, son individuales y alimento de la lucidez, materia prima del arte, sustancia de estudios y discusiones filosóficas, sicológicas y religiosas a través de los siglos.
Los sueños son enigmáticos, en la Grecia Antigua surgió la oniromancia o técnica de interpretarlos a los que se consideraba con poderes premonitorios y fue hasta en el siglo XX cuando Sigmund Freud pretendió darles un contexto científico.
Los sueños se basan en símbolos, dilucidarlos es adentrarse en terrenos pantanosos, aclararlos implica jugar con conceptos contrarios otorgándoles valores emocionales y sicológicos.
Durante la pandemia yo soñaba en exceso incluso en siestas de cinco minutos y en estos momentos sueño que escribo y que alguien en su sueño también me lee y que ambos formamos parte de otro sueño que es la vida.
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(1) Movimiento Ocular Rápido: actividad física que indica la presencia de los sueños mientras se duerme, conocido también por estado REM.