martes, 16 abril 2024

Sobre las encuestas de opinión

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Cada vez me es más difí­cil hacer comentarios sobre las encuestas de opinión que se elaboran y difunden regularmente en El Salvador. Desde hace ya varios años, me he convertido en un escéptico acerca de la utilidad de ese instrumento cuando se violentan criterios básicos que debilitan extraordinariamente su alcance para acercarse a esa parcela de la realidad social –compleja, a veces volátil, manipulable e imposible de medir rigurosamente— como lo son las percepciones ciudadanas.

Y vaya que es importante tener un conocimiento lo más certero posible de los fenómenos de la realidad social y natural. Las percepciones son un fenómeno de obligado interés paras las ciencias sociales, pues los comportamientos y las acciones humanas están í­ntimamente vinculadas a aquéllas.

Las encuestas de opinión, usadas con rigor y conciencia de sus limitaciones, son un buen recurso para obtener información de esas percepciones, en cuanto que son sus mismos portadores los que nos hablan de ellas. Eso sí­, nunca debe perderse de vista de que lo que se está explorando (y aquello sobre lo que se está buscando evidencia) es de las percepciones de los individuos y no de la realidad que está más allá de esas percepciones, la cual se debe explorar usando otros instrumentos metodológicos.

De hecho, lo importante es hacer el cruce entre las percepciones de la gente y las dinámicas (polí­ticas, económicas, sociales, culturales) que están más allá de las percepciones, y con las cuales seguramente no tendrán coincidencia porque suele darse una distorsión (mayor o menor) entre lo que las personas creen y la realidad.

Craso error ese de tomar las percepciones de los individuos como un reflejo de la realidad o, en la misma lí­nea, eso de analizar la realidad económica, social, polí­tica o cultural a partir de lo que las personas opinan. Craso error ese de indagar, partiendo de las percepciones de la gente, sobre dinámicas de la realidad que pueden ser examinadas a partir de fuentes más firmes y confiables.

Es como si, alguien interesado en la astronomí­a, hiciera una encuesta de opinión y preguntara a las personas por la situación actual del sistema solar y su futuro. O alguien interesado en la evolución hiciera una encuesta de opinión y preguntara a la gente por el valor de la teorí­a de la evolución comparada con las afirmaciones de la Biblia (o con el creacionismo).

Las personas dirán lo que quieran sobre ello, y conocer su opinión puede ser relevante para conocer su subjetividad, ideas, valoraciones, pero no para conocer la dinámica planetaria o la dinámica biológica.

En fin, si se entiende bien que una encuesta de opinión lo que indaga son percepciones individuales, las preguntas que se hacen no deben tomarse a la ligera, y deberí­an apuntar al ámbito de conocimiento y de experiencias de las personas. No es legí­timo hacer preguntas que excedan ese campo de conocimiento y de experiencias (y que seguramente las personas responderán según las corrientes de ideas predominantes y no según su marco de vida más inmediato).

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Luis Armando González
Luis Armando González
Columnista Contrapunto
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