viernes, 6 diciembre 2024
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Simplemente fascismo…

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El fascismo debe nombrarse como lo que es, un régimen de gobierno personal,  autoritario y totalitario que se basa en tres pilares fundamentales: 1) la figura de un líder supremo y amado que se autoproclama como la encarnación de la voluntad popular, 2) la concentración de todos los poderes del Estado  en el líder supremo para permitir que este pueda conducir al pueblo al progreso y al bienestar sin interferencias ni obstáculos, y 3)   la represión sistemática de cualquier forma de oposición, disidencia o pensamiento crítico mediante mecanismos estatales (ejército, policía)  y paraestatales (milicias populares, grupos de choque, entre otros. )

El fascismo surge en ciertos contextos sociales, económicos y políticos. Aparece en sociedades que han perdido la confianza en la democracia, en los partidos políticos tradicionales y en las instituciones; en sociedades marcadas por la desigualdad, la inseguridad y el miedo, y sobre todo, en sociedades que han descuidado la educación ciudadana y  han permitido que el adoctrinamiento religioso o político sustituya a la formación de conciencia crítica.

Los casos más famosos de gobiernos fascista surgieron en Europa en el siglo XX durante el período comprendido entre el fin de la primera guerra mundial y la segunda guerra mundial, y las figuras más emblemáticas (más no las únicas) fueron Benito Mussolini y Adolfo Hitler. Curiosamente, ambos personajes emergieron de las filas de la izquierda italiana y alemana respectivamente, de donde fueron expulsados cuando se les consideró fuera de orden e indisciplinados.

El problema con el fascismo es que encuba en las sociedades como el huevo de una serpiente. No se le presta mayor atención, hasta que ya es demasiado tarde y repta sin control por sus propios medios.

En sus primeras etapas, el fascismo se presenta como un futuro distópico e improbable, en la medida que va de la mano de personajes histriónicos e histéricos a los que inicialmente nadie tomaba en serio y/o que fueron subestimados por quienes tenían en ese momento la capacidad analítica y política de detener su ascenso al poder. Por ejemplo, Benito Mussolini dijo después de conocer a Adolf Hitler que le pareció un personaje triste y patético, sin imaginarse que años después este mediocre personaje terminaría por superarlo e invadir Italia.

Es tal la habilidad del fascismo de camuflajearse y de disfrazarse de renovación, reforma y/o revolución que a quienes se atreven a sugerir la posibilidad de que está gestándose en la sociedad, se les acusa inmediatamente de paranoia, psicosis o exageración. Eso explica porque muchas mentes brillantes no pueden identificarlo en sus primeras fases y/o aunque lo identifiquen prefieren guardarse para sí sus sospechas para no ser atacados ni ridiculizados por sus colegas y/o contrincantes ideológicos o políticos.

El siglo XXI ha iniciado con un reverdecimiento de los viejos fascismos del siglo XX adaptados a las nuevas tecnologías de la comunicación y de la propaganda, tales como redes digitales, el lenguaje y la iconografía de la generación millenials ( Star Wars, Juego de Tronos)  y sobre todo por las tele religiones. Poco a poco estos dispositivos ideológicos alimentan el fervor y la adoración hacia los aprendices de líderes supremos y onstruyen a su alrededor un muro de contención contra toda crítica o cuestionamiento. El mensaje que al unísono que se repite en los mass media y en las sectas de creyentes del fascismo es el siguiente: ¡Todos nos equivocamos, menos nuestro amado líder!.

La incubación del fascismo en nuestro país comenzó hace varios años, pero aún es tiempo de detenerlo y debe ser detenido. El primer paso es dejar de usar parónimos para referirse a él (populismo, demagogia, inmadurez, enfermedad mental) y comenzar a nombrarlo por su nombre, simple y llanamente, se llama fascismo. El siguiente paso es hacer un esfuerzo por aprender las lecciones de la historia y reconocer a nuestros pares en la lucha común contra del fascismo, para comenzar a articularnos y formar un frente amplio popular antifascista para el 2021.

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Julia Evelyn Martínez
Julia Evelyn Martínez
Columnista Contrapunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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