viernes, 11 octubre 2024

Roque y yo

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Roque Dalton poseía los grandes ventanales donde ciertas voces afilan sus prometedores cuchillos Álvaro Rivera Laríos:

Por Alvaro Rivera Larios


No me preocupa mucho
ese Roque Dalton,
niño de piernas sucias
en su infancia bastarda,
exalumno coqueto
del Externado San José,
poeta laureado y decapitado,
poeta demasiado listo
para el extraño país que le tocó.

No le adjudico
esas manos gigantescas
que tantos, tantas y tontos
a menudo le atribuyen.

En su sombra no me ahogo
ni es concreto
su verbo en mis canillas.
A sus cuatro paredes
bien asentadas en el aire
acomodo mi semblante
de hijo que no volverá.

No necesito airear el hacha
ante su cara
de monarca melancólico.
Las decapitaciones son,
más bien, un deporte juvenil.

Su aparición
fue como el golpe
que Cassius Clay
le dio en el pecho
a ese gran armario
llamado Sony Liston.
¡Uta, amigo, cómo fue¡

Ya quisieran muchos
fulgurar
con llama semejante.

Jode, duele en la frente
y mucho más allá,
que hasta en Poemas Clandestinos
haya versos inolvidables.

Que se entretengan
con el bien provisto
menú de sus equivocaciones,
ya que no comprenden
las dimensiones del salto.

No cualquiera
suelta la palabra
como un puñetazo,
dejándole un ojo
amoratado al olvido.

Los medidores
de la ejecución perfecta
del puñetazo,
refunfuñan ante su impacto.

Todos
los pequeños poetas de la ciudad
lenan de arrugas desesperadamente
el retrato del rey melancólico.
He ahí, pues, el arte de ser joven.

Vamos a ver,
lo de arrebatarle
el trono al diablo
para destruir entero el cetro
no es una empresa para la cual
mi voz y la de usted
tengan manos fecundas
Así que ¿para qué preocuparse?

Aunque quisieramos, pues,
no cantamos igual ni miramos
por el ojo de la garganta
de la misma sonora manera.

Lo mío, por ejemplo,
es cocinar la poesía
en plan minimalista,
dando pequeños platos
que poco servirían
a los cielos más embravecidos.

En mi dentadura
el alba empequeñece
hasta convertirse en la luz
de una lámpara de noche
¿Es esto una gran ventaja,
un maravilloso paso adelante?

Cada uno en su lugar,
como dijo Chicoandabañate.
El de Roque poseía
los grandes ventanales
donde ciertas voces afilan
sus prometedores cuchillos.
No veo la forma
en que tales cristales me capturen.

No me preocupa, por ende,
por lo tanto, si don Roque
está muy adelante
o se quedó muy atrás,
yo vivo en el cuarto contiguo
en una fecha por determinar.
Yo, qué culpa!

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Álvaro Rivera Larios
Álvaro Rivera Larios
Escritor, crítico literario y académico salvadoreño residente en Madrid. Columnista y analista de ContraPunto
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