viernes, 12 abril 2024
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Riesgos y responsabilidad gubernamental

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Al calor de la cultura neoliberal de los años 90, se impuso la idea de que cada quien, a nivel individual, era responsable de su fragilidad (o fortaleza) ante la arremetida de fenómenos naturales o socio naturales.

Desde esa década, se impuso la lógica de que el Estado (y no sólo el gobierno) no tení­a responsabilidad social alguna, pues era el mercado el que determinaba la suerte de cada cual, según sus propios recursos y capacidades. El individualismo, el mercantilismo, la privatización y el consumismo hicieron de las suyas. Se erosionó la convivencia social, las familias quedaron desprotegidas ante amenazas de todo tipo (no sólo naturales, sino también sociales) y la violencia social prosperó a sus anchas, sin que desde el Estado se asumieran compromisos con el bienestar de la gente.

A partir de 2014 se potenciaron extraordinariamente los mecanismos de protección social, dando lugar, entre otras cosas, a un eficaz sistema de protección civil que se hace cargo de las situaciones de emergencia desde el gobierno. Estamos lejos de aquellos momentos en los cuales las familias, ante una calamidad, se quedaban solas, a la espera de lo que la suerte o una mano caritativa dieran el auxilio esperado. En estos momentos –tal como fue puesto en evidencia durante la Semana Santa— hay un claro compromiso del gobierno ante situaciones que afectan la vida de los salvadoreños. 

No se trata de un sistema de protección civil perfecto que ofrezca solución a todo y siempre lo haga de la mejor manera. Hay notables fallas de coordinación en el manejo y difusión de la información; se echa en falta una voz de mando que sea el referente principal para todas las instancias involucradas; se corre el riesgo de que el protagonismo excesivo de algún funcionario se confunda con el necesario liderazgo; debe haber una mayor claridad y separación entre los mensajes polí­ticos (de orden, de confianza, de tranquilidad) y la información técnica que se ofrece a la población… En fin, son retos superables, que no desdicen de la eficacia, compromiso y responsabilidad de quienes integran nuestro sistema de protección civil.    

Una cosa es clara: las familias salvadoreñas del presente, a diferencia de las del pasado, cuentan con un aparato de gobierno que se sabe responsable de su bienestar y seguridad. Pero para que el cí­rculo se cierre positivamente es importante no caer en el extremo de creer que todo lo que les sucede a las personas es responsabilidad del gobierno. Hay asuntos que sí­, naturalmente, y sobre ellos se le debe pedir cuentas. Hay asuntos que no, es decir, que son responsabilidad de las personas, de las familias y de las comunidades.

El autocuido, el autocontrol, la moderación, el respeto a nuestros semejantes, el cuido del entorno, la prudencia, el respeto a las leyes…. Esas son esferas en la que cada quien, personalmente, debe actuar correctamente, pues si de fallas personales se derivan situaciones peligrosas y lamentables la responsabilidad no puede ser menos que personal.

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Luis Armando González
Luis Armando González
Columnista Contrapunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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