Por Rubén Aguilar Valenzuela
La discusión sobre la posibilidad de una consulta de revocación de mandato del presidente ha provocado una intensa discusión política y legal. Todavía no existe la ley reglamentaria, para organizarla.
Hay quienes sostienen que la revocación de mandato no tiene sustento legal porque no es propio de un sistema político presidencial donde el mandatario es elegido para que cumpla un determinado período como lo señala la Constitución.
Se plantea también que las modificaciones constitucionales que se hicieron adolecen de errores y son muy ambiguas, para poder implementar con claridad una consulta de esta índole. La ley aprobada tiene claros vacíos.
Mi posición es que el Congreso con mucho cuidado, ante la importancia de lo que está en juego, debe darse todo el tiempo para hacer las modificaciones a la ley y trabajar en el diseño de unas sólidas normas reglamentarias.
En el entendido que se establece la ley para que la consulta de revocación de mandato entre en vigor a partir del próximo sexenio y no en este. La oposición, de manera inexplicable, cuando votó a favor de la ley no dejó en claro que así era. La actual se presta a interpretaciones.
Para el presidente este ejercicio es un acto de propaganda política. Ese es su único interés con la seguridad de que en cualquier hipótesis gana. Si se presentan a votar 20 millones, todavía más o incluso menos, pero el 90 por ciento dice que se quedé ya ganó. Sin importar no se alcance el 40 por ciento de participación del padrón electoral, unos 40 millones de electores, que exige la ley, para que la consulta sea vinculante.
Después del resultado tiene el dato para salir a decir que la gran mayoría de los mexicanos quiere que continúe en su cargo. Si el presidente antes pensó en la posibilidad de cambiar la Constitución para reelegirse o ampliar su mandato ya no tiene la mayoría calificada en el Congreso, para hacer eso una realidad.
Ahora la oposición debe proponerse, con argumentos legales, impedir se celebre la consulta de revocación de mandato el próximo 21 de marzo, para que entre en vigor el próximo sexenio. No se niega a este tipo de consulta, sino que, como debe ser, la transfiere para que pueda convocarse en el siguiente gobierno.
Si no lo logra, y de todos modos se celebra, pienso que la oposición debe promover una intensa participación ciudadana y pedirle que vote para que el presidente deje su cargo. Esto, para impedir que éste, después del ejercicio, diga que el 90 por ciento de los mexicanos lo ratifica.
En cualquier caso, no es lo mismo si el presidente es refrendado por el 50 ó 60 por ciento de los participantes, incluso por menos, que por el 90 por ciento de los mismos, que es como lo imagina el presidente. La invitación a abstenerse juega a su favor.
En las actuales circunstancias, en cualquier caso, la consulta de revocación de mandato es una mala idea, pero si se realiza no hay que jugar a favor de los intereses político-comunicacionales del presidente. Que no sea si depende de la claridad y la capacidad de convocatoria de la oposición.
Twitter: @RubenAguilar