“…deberían dar premios de resistencia por ser salvadoreño”, escribió Roque Dalton (Las historias prohibidas de pulgarcito, 1974), en un recuento/reclamo por la situación de los salvadoreños ante el sistema político y económico que entonces -y desde hacía más de un siglo- imperaba en el país, intentando doblegar la heroica resistencia de un pueblo ávido de paz, justicia y libertad.
Pero el poeta Dalton también premonizaba/alertando que -con variantes en el menosprecio antipopular- el estado de cosas seguiría igual. Más de 40 años después, la realidad político social sigue igual, o peor. Una historia larga y triste, pero heroica…
Desde de 1821-particularmente en los campos, político, social y militar- son muchas las hazañas de heroica resistencia de hombres y mujeres de espíritu fraterno y libertario. Difícil aludirlas en razón de espacio.
La historia registra personajes modelo de resistencia y lucha contra el poder establecido y la represión: Anastasio Aquino (1792-1833), comandante general de las armas libertadoras de los nonualcos; Farabundo Martí (1893-1832), líder político y revolucionario, fusilado en San Salvador; Feliciano Ama (1881-1932), cacique de la etnia Pipil, asesinado durante la insurrección campesina en la zona occidental; Prudencia Ayala (1883-1936), escritora y activista social defensora de los derechos de la mujer…
Por espacio y tiempo -y para capítulos aparte- los incontables sucesos de resistencia y duelo: el genocidio de campesinos de 1932; el golpe contra Hernández Martínez en abril/mayo de 1944; y en el marco de la guerra -1980-1992- tantos salvadoreños caídos y perseguidos -hombres y mujeres- sin distingos de raza o credo, luchando por un ideal…
Después de la guerra, el pueblo todavía resistía, incierto e inseguro. Los malos vientos presagiaban más de lo mismo. Suscritos los Acuerdos de Paz, el abanico de los partidos políticos consolidó a los dos más fuertes: ARENA y FMLN, los cuales después de 4 períodos del 1º, y dos del 2º, al ignorar las aspiraciones y demandas del pueblo -privatizaciones, dolarización, abuso de poder, corrupción- generaron descontento, que terminó en rechazo. Y llegó nueva administración presidencial…
A pesar de autonombrarse demócratas, los perdedores no aceptan la “alternancia” constitucional; al contrario, se han unido y junto a otros sectores -y algunos MCS con claros sesgos políticos y ya sin veracidad e imparcialidad- crearon una alianza, y hoy exigen honestidad, transparencia y rendición de cuentas -centavo por centavo- de las inversiones (¿y la CdeC?), y otras demandas caprichosas, que no ejercieron ni demandaron a las administraciones anteriores.
La polarización se agudiza en el marco de la pandemia/Conavid-19, cuando son más que evidentes los ataques e intentos de entorpecer las medidas oficiales para contrarrestar el avance del virus. Negarlo sería mentir. Importa sobre todo, la salud. Cuestión de conciencia. Cuestión de coherencia y de voluntad política; y, si se quiere, coherencia humana y cristiana.
¿Será que los legalismos no permiten algo de sentido humano? Urge que legisladores, magistrados y ejecutivos, unidos antepongan la Justicia al Derecho y resuelvan positivo, en línea con los dictados del jurista uruguayo Eduardo Couture, cuando en su Decálogo del Abogado, sabiamente sentenciara: “Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día que encuentres en conflicto el Derecho con la Justicia, lucha por la Justicia”.
Los debates, oposiciones y controversias son necesarios para definir situaciones políticas, en beneficio de la población salvadoreña, que -hoy más que nunca- necesita seguridad, armonía y bienestar general; pero, deben mediar la altura ideológica y el sano lenguaje, que permitan ver en el lado opuesto a un adversario político, y no a un enemigo.
O ¿tendrá que seguir la población salvadoreña con su viacrucis de resistencia, esperando su reivindicación total, mientras los que se supone son sus gobernantes/representantes, siguen enfrascados en sus caprichos y revanchismos políticos, anteponiendo sus intereses personales a la buena salud de la población? No puede ser!
Al fin que el grupo objetivo de toda gestión política, es el pueblo.