Estoy de acuerdo con que refundar la izquierda ya no equivale a refundar el FMLN. Algo en la esencia de dicha organización se ha divorciado profundamente de los intereses populares. La larga cadena de errores que el Frente ha cometido en la posguerra no son simples desviaciones, son profundos fracasos que ameritan un profundo debate colectivo.
Ahora bien, el fracaso de la que antaño fue la alternativa de izquierda a la derecha oligárquica de nuestro país no es un fenómeno cuyo estudio solo ataña o implique a la izquierda marxista sino que también a todas aquellas fuerzas reformistas sinceramente implicadas en atacar las profundas desigualdades que afectan a nuestra sociedad.
Solo desde un sectarismo epistemológico se puede creer que el único diagnóstico valido a la crisis actual de nuestra sociedad se debe enunciar desde un punto de vista marxista. Y es que ni siquiera desde un punto de vista marxista cabe la posibilidad de refundar la izquierda de nuestro país, dado que dicho enfoque se manifiesta siempre como una pluralidad que apunta a una pluralidad de alternativas políticas.
Incluso si se deja afuera de este debate refundador a la socialdemocracia, no cabe garantizar la unanimidad entre quienes niegan las estructuras económicas, políticas y culturales del capitalismo.
A estas alturas del juego, tras tantos socialismos reales y fallidos, ya no es suficiente con que las izquierdas se definan por su negación del capitalismo. Las izquierdas del siglo XXI deben empezar a definirse no solo por lo que niegan sino que por las alternativas complejas que propongan. Ya no basta con socializar los medios de producción, hay que socializar las diversas formas del poder.
Una de esas formas de poder se manifiesta en la manera en que las jerarquías del conocimiento y sus formas de distribución afectan la comprensión social de los problemas políticos y los modos en que estos se resuelven políticamente.
Determinar quienes tienen licencia para intervenir en los debates sobre la refundación de las izquierdas ya no es algo que solo competa arbitrar a los expertos en marxismo sino que también a todas aquellas fuerzas políticas y personas sinceramente implicadas en promover cambios profundos en nuestra sociedad.