“La crisis económica, los escándalos de corrupción y la insatisfacción con los servicios públicos están causando estragos en la opinión que los latinoamericanos tienen de la democracia, un régimen que se ha consolidado en prácticamente toda la región pero cuyo ejercicio no acaba de satisfacer a los ciudadanos”. Así inicia su escrito un colega de El País, destacado en Argentina, a la hora de analizar el Latinobarómetro de este año, una prestigiosa encuesta que cumple 20 años de estar brindando análisis del continente.
Pero el colega no incluyó como problema grave que afecta a la democracia, el tema de la violencia delincuencial que agobia a Centroamérica, en especial, a los países que pertenecen al llamado Triángulo Norte de CA: Guatemala, Honduras y El Salvador, zona que ha sido catalogada como una de las más letales del mundo por sus altas tasas de homicidios, que oscilan entre 70 y 100 por cada 100.000 habitantes.
En el caso de El Salvador consideramos que la situación es grave por el agobio desde hace décadas de la violencia de todo tipo. Dictaduras militares, grupos de poder económico que sobreponen sus intereses, una prolongada guerra civil, una delincuencia imparable y una polarización de posguerra, heredada para confrontar y no para negociar acuerdos, son aspectos por los cuales no se cree en la democracia, como régimen político real.
Estamos acostumbrados a ver la democracia sólo como proceso electorales que suceden periódicamente; pero los elegidos no cumplen las promesas, se vuelven corruptos, irrespetan la institucionalidad y cunde la arbitrariedad”¦ Así la ciudadanía tiene nostalgia de las manos duras, de la bota y el fusil para resolver problemas como el combate de la violencia, la erradicación de la pobreza y la exclusión.
En el Latinobarómetro países como Brasil, Venezuela, Nicaragua y El Salvador han dejado de apoyar la democracia de manera “muy fuerte”. Es claro el por qué.
Nuestros países no pueden retroceder; el pasado implica antidemocracia y arbitrariedad. Ante los intentos de imponer manos duras, lo urgente es que se busquen medidas democráticas, arreglos negociados y de consenso a las situaciones difíciles que afrontamos. Debemos reforzar la democracia con medidas democráticas.